KINTSUGI: LETICIA ALVARADO Y LAS IDENTIDADES EN MOVIMIENTO

Alejandra Moncada
Cultura
Leticia Alvarado

La antigua técnica japonesa de kintsugi, donde las fracturas de un objeto de porcelana roto se reparan con oro para resaltar sus cicatrices en lugar de ocultarlas, se convierte en una poderosa metáfora para hablar sobre las nuevas identidades de género en la contemporaneidad.

Esta imagen es el pilar conceptual de la nueva coreografía de Leticia Alvarado, titulada Kintsugi, que presentará Tándem Compañía de Danza en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario (CCU) del 18 al 20 de octubre.

Con una larga y reconocida trayectoria en la danza, Leticia Alvarado —ganadora de la Medalla Bellas Artes 2023, el Premio Nacional de Danza Contemporánea José Limón 2010 y el Reconocimiento Danza UNAM 2021— ha encontrado en el kintsugi una forma simbólica de abordar la diversidad sexo-genérica en las sociedades actuales.

Para Alvarado esta técnica representa no solo una celebración de la historia de los objetos, sino una profunda reflexión sobre las fracturas, heridas y vacíos que atraviesan a las personas en su proceso de deconstrucción y reconstrucción social.

La propuesta coreográfica se enmarca dentro de los 30 años de trayectoria de Tándem Compañía de Danza, agrupación con la que Alvarado ha desarrollado más de 50 coreografías.

En Kintsugi integran el elenco talentosos intérpretes como Sofía Benitez, Karla Hernández, Cassandra Solano, Laura Trejo, Luis Armas, Carlos Naranjo y Daniel Ronzón, quienes encarnan los cuerpos transformados por las fracturas, como símbolos de sabiduría y resiliencia.

Fundada en 1994 por Alvarado, Tándem ha sido un referente de la danza contemporánea en México. La agrupación, que se ha presentado en importantes foros nacionales e internacionales, ha sido reconocida por su capacidad de abordar temas complejos a través del lenguaje corporal, desafiando convenciones sociales y proponiendo nuevas lecturas sobre la realidad contemporánea.

Asimismo, Tándem destaca por su enfoque interdisciplinario al combinar danza, música original y elementos visuales para crear experiencias sensoriales que invitan al público a reflexionar sobre temas como el cuerpo, la identidad y la transformación social.

Con Kintsugi la compañía cierra un ciclo de celebración, proponiendo un nuevo comienzo donde la danza y el arte visual se entrelazan para abordar los temas más urgentes de nuestra época.

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Metáforas y cicatrices

En entrevista con Vértigo Alvarado habla sobre su nueva coreografía y los retos que enfrentó al crearla.

—¿Cómo relacionó esta técnica milenaria japonesa con las identidades de género?

—Tengo ya varios años de estar haciendo obras que tienen que ver con esta desaparición de los géneros, con el ideal de que desaparezcan los géneros y se pueda respetar la diversidad y demás. Para mí entra dentro de mis estructuras coreográficas y temas de manera implícita. Esta coreografía se fue yendo hacia algo más metafórico y profundo: el ser humano va teniendo en su historia situaciones que le van marcando de manera definitiva en la personalidad, en la forma de ser, en la identidad, etcétera. Y estas marcas o cicatrices o circunstancias de vida lo van transformando con el paso del tiempo. Traté de verlo como la técnica del kintsugi, que reconstruye con oro los objetos fragmentados; al ser restaurados de manera tan cuidadosa y amorosa, se vuelven mucho más preciosos e importantes de lo que eran en su origen.

—¿Cuál fue el proceso de llevar este tema tan metafórico a un lenguaje físico y coreográfico?

—La coreografía es un arte escénico, surge también a partir de imágenes. Entonces, se creó a través de platicar con los creadores escénicos sobre estas fragmentaciones y también a partir de imágenes reales de lo que es un objeto destruido y cómo puedes conformar con los cuerpos estas ideas para que se asemejen a estos objetos. Así, algunas partes son muy metafóricas-abstractas y en otras partes trato de que se muestre este dolor y este proceso que vivimos en el ciclo de la vida, porque tiene que ver también con el rito; tiene que ver con identidad.

Alvaro añade: “Está construida con varias escenas que en realidad surgieron también como un kintsugi, es decir, se fueron creando las escenas con base en ciertas reflexiones y subtemas. Y las uniones de estas piezas, de estas escenas, tratamos de que fueran lo más cuidadosas posibles, como esta forma de asemejarse a este proceso. La música evoca mucho de lo que es la esencia japonesa para tratar de traer al espectador a esa atmósfera, al igual que el vestuario. Yo creo que es una pieza que tiene que ver mucho con la poesía”.

—¿Qué espera que el público se lleve al apreciar Kintsugi?

—Que salgan gratificados y de alguna forma transformados. Creo que el arte es esencialmente para eso, para que te transforme. Cada espectador hará su propia lectura según su historia, según sus vivencias y su momento de vida, porque tiene que ver también con el momento que estás viviendo, pero lo que deseo es que cada uno de esos seres que vaya a verla salga gratificado y transformado de alguna manera.

Este estreno es una oportunidad única para apreciar cómo el arte milenario del kintsugi y la danza contemporánea se encuentran en un mismo espacio, lo que invita al público a reflexionar sobre las fisuras de la identidad y la belleza que surge de las transformaciones personales y sociales. Los boletos tienen un costo de 100 pesos y pueden adquirirse en línea, además de haber descuentos para estudiantes, maestros y personas de la tercera edad.