KIJANO: LA EVOLUCIÓN PERSONAL A TRAVÉS DEL COLOR

Alejandra Moncada
Cultura
Kijano Color

Al preguntarle a Carlos Maciel, mejor conocido como Kijano, en qué color se encuentra en este momento de su vida, su respuesta es que está “todo pintarrajeado”.

No es para menos, pues a lo largo de por lo menos 50 años de carrera artística ha efectuado más de 160 exposiciones en todo el mundo: Rusia, México, Colombia, Venezuela, Cuba, Estonia, Costa Rica, Letonia, Perú, Chile, Francia y España, por mencionar algunos países.

Una parte de su enorme colección se puede apreciar ahora en el Palacio de Minería de la UNAM, donde el 12 de octubre inauguró la exposición El color de mis edades.

La muestra, disponible hasta el 29 de enero próximo, reúne un total de 81 cuadros divididos en seis series que dan cuenta de la evolución y madurez de Kijano a través de los años.

En entrevista con Vértigo el pintor dice sobre su crecimiento artístico: “En cuanto al cambio de la paleta de colores, se produce del uso en una primera etapa de colores planos, sin ningún tipo de acentos especiales, con poco volumen, a una pintura que poco a poco va teniendo más volumen y va enriqueciendo todo el mundo colorístico de la propia pintura con colores más compuestos, menos primarios”.

De igual manera, añade, “otra de las cosas que se pueden ver en esta evolución es que mi color cada vez tiene una mayor sensualidad; y es una sensualidad que por supuesto en el espectador entra casi de manera inmediata a través de la mirada”.

Kijano agrega color, da vida, movimiento y sentido a imágenes estáticas. Un ejemplo de esto es la serie titulada Rodrigo Moya-Kijano. Los claroscuros del color y la palabra, donde rinde homenaje al venerado fotógrafo.

Ya en sí mismas, las fotografías de Moya son espectaculares, cargadas de una fuerte narrativa política y cultural de América Latina durante los cincuenta y sesenta. Kijano, a partir de 29 fotografías del autor, realizó 26 obras con su propio estilo, siempre respetando las imágenes en blanco y negro, pero reinventándolas y llenándolas de color. Por si fuera poco, esta serie se acompaña, además de las fotografías de Moya y las interpretaciones del pintor, por poemas de Alejandra Atala, José Ángel Leyva, Ángela García, Lasse Söderberg y Jean-Clarence Lambert.

Acerca de su inspiración por la fotografía el pintor asegura que “soy un amante de la fotografía. Hay fotografías que las veo y digo ‘quiero hacer un cuadro de esto’. Lo que hago es utilizar esa imagen como punto de partida para elaborar mi propia obra con mi estilo y con mi concepción estética y colorística del mundo. Pero es una especie de juego, porque si la realidad me sirve a veces para imaginar mi propia realidad pictórica, por qué no usar la fotografía, que usa el reflejo preciso de la realidad para hacer lo propio”.

Lenguaje plástico

Otra de las series que integra El color de mis edades es Sueños de locura y juventud, donde se aprecian grabados que realizó Kijano cuando tenía entre 21 y 23 años. Estos se acompañan de versiones recientes y coloridas, como una especie del diálogo entre el pasado y el ahora; entre el estudiante y el maestro.

Sobre esto, el artista indica: “Yo quería ver cómo se verían mis grabados en color y si la figura no se distorsionaría al llevarlas a una tela grande, pero eso lo pude hacer casi 50 años después, y en ese terreno también es por supuesto la evolución y la maestría en el manejo del color, de determinadas técnicas”.

Algo que resalta en la obra de Kijano, además de todo el color, la sensualidad y la vida que hay en cada uno de los cuadros, son los títulos que los acompañan. Estas “estrofas poéticas”, como las llama el catedrático Enrique X. de Anda, van desde lo retacado hasta lo jocoso. En un cuadro de la serie La rosa cromática, un homenaje a la comunidad lésbico-gay, se encuentra el siguiente título: “Joven y hermoso muxe, ataviado a la usanza de los efebos de la antigüedad clásica mira, en el horizonte, al amor que se aleja y al misterio del amor que vendrá”.

¿Qué es primero, el título o la pintura? Kijano cuenta cómo funciona este proceso: “Cada vez que termino una serie pongo cada cuadro frente a mí y escribo el título, pero este lo voy pensando desde el instante en que bosquejé el cuadro hasta el momento en el que lo estoy pintando y lo terminé de pintar. Entonces va surgiendo de manera natural, sin ningún esfuerzo; a veces me estoy riendo de las tonterías que digo. Pero el título generalmente es también un juego que le ofrezco al espectador, una llave pequeñita para que entre al cuadro”.

Esta exhibición es un claro reflejo de evolución, de cambio y de obsesión. El propio Kijano admite su vicio por documentar las series que realiza. Como buen historiador, se empapa de información para obtener cualquier referencia que le dé respuestas acerca de los misterios del mundo. Un ejemplo es Los arcanos mayores del Tarot de Marsella, donde el artista ofrece su propia versión de estas cartas, mostrando que no desprecia ninguna manera de entender la realidad.

Respecto de su manía de indagador, Kijano resalta que “investigo, leo, me documento, porque prácticamente toda mi obra la documento, y esto tiene que ver un poco con mis vicios profesionales. Soy doctor en Historia y tengo la fea manía de pensarlo todo, pero además de pensar históricamente, y eso me lleva siempre a andar hurgando. Si trabajo un tema investigo sobre el tema”.

La memoria juega un papel fundamental en el quehacer artístico del pintor: “Al final de cuentas, la imaginación se nutre de la memoria. Cuando veo algo que me gusta o leo algo, voy imaginando, voy haciendo los bocetos para cada cuadro. Normalmente trabajo con series que pueden ir de los diez hasta los 30 cuadros. Cuando hago toda esa serie, empiezo otra. Pero sí son ejercicios donde me ayudo de la memoria, una memoria que es, por ejemplo, a través de la lectura. Leo a veces un libro o leo poesía y eso me da como un tip para hacer un cuadro o a veces para hacer una serie. Siempre trabajo de esa manera”.

Sobre sus proyectos a futuro Kijano asegura que se encuentra realizando una serie sobre sirenas. Como su trabajo también es geográfico, ha recorrido para estas obras “el Mar Egeo, el Mar Mediterráneo, el Mar Adriático, el Mar de Cortés y hasta las Lagunas de Zempoala”.

El color de mis edades es una invitación para explorar un poco la genialidad inagotable de este artista mexicano.