JUAN VILLORO Y SU ETERNO RETORNO

Federico González
Cultura
JUAN VILLORO

Juan Villoro. No fue penal. Almadía. 97 pp.

Juan Villoro (Ciudad de México,1956) sostiene que el futbol funciona como metáfora de la vida. En una cancha se pueden dirimir situaciones relacionadas con el drama, la justicia o la venganza, tal y como sucede en No fue penal, una novela breve en la que el escritor muestra a dos personajes que en sus mejores épocas fueron grandes amigos y a quienes el destino vuelve a colocar frente a frente en el terreno de juego.

Autor de títulos como Dios es redondo y Balón dividido, el narrador encuentra en el balompié un territorio al que siempre regresa.

En este caso, pese a la brevedad y a la ligereza del relato, plantea el reto de contar una misma jugada desde dos perspectivas distintas. A través de las versiones de El tanque y Valeriano subraya la importancia de no quedarnos con una versión de los hechos, sino de ir más allá y contrastarla, en particular cuando se trata de una contienda o enfrentamiento en el que hay vencedores y vencidos.

Divertimento

En otra época los protagonistas fueron grandísimos amigos, pero una rivalidad sentimental dio al traste con eso —sí, es verdad, es un cliché y de los malos—. Ambos se dedicaron al futbol y siguieron sus vidas por separado hasta que tiempo después se vuelven a encontrar en una jugada decisiva, uno como entrenador de un equipo que se juega el descenso, el otro como el videoárbitro que puede cobrar una venganza decisiva.

¿Cobrará venganza uno respecto del otro?, esa es la pregunta central de la novela. La justicia tiene componentes humanos y Villoro sabe que el futbol no es la excepción.

Javier Marías decía que el futbol es la recuperación semanal de la infancia; cuando vemos un partido de alguna manera recuperamos condiciones de la niñez. En este sentido, No fue penal podría ser vista como una obra menor de Villoro, aunque yo prefiero colocarla como un divertimento, algo comprensible después del esfuerzo que supuso escribir sobre su padre en La figura del mundo, ese sí un título mayúsculo y tal vez de sus mejores trabajos.

Otros títulos de Juan Villoro son El testigo, Materia dispuesta y Los once de la tribu.