Hace unos días la cadena de librerías El Sótano anunció el cierre de su sucursal Coyoacán. Si bien hasta ahora solo se ha confirmado el cierre de ese espacio, es el primero de varios más que prevé el conglomerado. Vista en perspectiva la noticia no hace más que confirmar algo que desde hace varios años está cada vez más presente: la industria editorial está en un proceso de transformación de pronóstico reservado.
Hay números y hechos que no avizoran un horizonte promisorio. En México las cifras más recientes del Módulo sobre Lectura (Molec), cuyo cierre más reciente data de febrero de 2022, advierten que el índice de penetración de lectura en adultos ha pasado de 50% en 2015 a 43.2% en 2022.
Así como ha cambiado el espectro de los lectores, también los canales de venta. Si bien las librerías siguen estando a la cabeza con 46% del mercado, le siguen de cerca las grandes superficies, léase ferias o festivales, por ejemplo, con 34%; en tercer puesto y con una tendencia al alza se ubica el comercio en línea con 20 por ciento.
Subraya el difícil momento la ríspida relación que se mantiene entre el Fondo de Cultura Económica (FCE), la principal editorial del Estado, y el sector privado. El sello dirigido por Paco Ignacio Taibo II enfrenta dos demandas con Penguin Random House, la firma con mayor presencia en nuestro idioma: una por adeudos correspondientes a la paraestatal Educal, hoy absorbida por el FCE; y otra por los derechos de un libro de Elena Poniatowska.
El distanciamiento se hizo evidente el martes 28 de marzo, cuando al anunciar la presencia de México como país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Taibo reconoció que ha sido difícil armar la lista de autores porque hay editoriales que no estuvieron interesadas y otras, como Alfaguara, que enviarán a sus autores por sus propios medios.
¿Enfrentamiento?
Menos anecdótica y más dolorosa es la reticencia de la actual administración federal respecto de la adquisición de libros de editoriales privadas. Si tomamos en cuenta que de acuerdo con información de la Cámara Nacional de la lndustria Editorial Mexicana (Caniem) los libros de educación básica representan 50.4% de las ventas totales, la decisión por parte la dirección de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que encabeza Marx Arriaga, de alejar a la iniciativa privada de los libros de texto podría ser letal para el sector. “Desde 1980, la educación en el país se ha convertido en un negocio que deja millones y millones de pesos”, ha declarado en repetidas ocasiones el funcionario.
En su respuesta por parte de su presidente, Hugo Setzer, la Caniem advierte lo que podría ocasionar mantener esta idea de las autoridades. “La educación es la base para que los niños y las niñas adquieran las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de la sociedad del conocimiento del siglo XXI, en un mundo global e interconectado. De la misma forma, debe coadyuvar al pensamiento crítico y a que los alumnos se conviertan en miembros activos y participantes de la sociedad”.
Agrega que actualmente en ningún otro país del mundo se sigue una política de texto único. “China lo hizo en los cincuenta, al igual que México. En ambos países había tasas muy bajas de alfabetización (en México alcanzaba 50%) y de escolaridad. El libro de texto único fue en su momento la mejor forma de brindar conocimientos básicos a una mayor proporción de la población. En los ochenta China reconoció que el modelo se había agotado y pasaron desde entonces a un mercado competido, con oferentes públicos y privados. El México del siglo XXI no es ya el de 1950 y en la actualidad el uso de un texto único desconoce la amplia diversidad y la rica pluralidad de ideas que existen en nuestro país”.
El nuevo desencuentro entre la industria y el gobierno federal amenaza la incipiente recuperación del sector tras la pandemia, periodo en el que cerró 30% de la Red Nacional de Librerías Independientes y una veintena de sellos dejaron de operar. Durante 2021, informa la Caniem, se facturaron poco más de nueve millones 119 mil pesos, lo que representó un ingreso 7.7% mayor que en 2020.
En el mismo periodo en México se vendieron 99 millones de libros (92% ediciones nacionales), lo que equivale a 0.3% más respecto del año anterior, lo cual “rompe con la constante reducción en la venta de libros impresos observada desde 2016”, comenta Setzer.
Un libro cuesta en el país 255 pesos en promedio, indicador que se incrementó con respecto de 2020 y 2021, “básicamente debido a las ediciones de importación y al aumento del costo del papel”.
Adelanta el editor que esperan cerrar 2023 con poco más de 100 millones 200 mil ejemplares vendidos, lo que significará un aumento de 1.01% respecto del año pasado, así como una producción que alcanzará 93 millones de ejemplares (4.35% más).
En cuanto a la población lectora, Caniem precisa que en 2022 el promedio de libros leídos al año, en general, es de casi cuatro. “Se mantiene el ligero incremento observado desde 2019. Los últimos siete años el promedio se ha mantenido en alrededor de 3.5 libros leídos al año. La población que lee en ambos formatos (digital e impreso) se incrementó de 5 a 7 por ciento”.
Celebra además que la Cámara de Diputados aprobó el 28 de marzo nuevas reformas a Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, entre las que destacan la ampliación del precio único de 18 a 36 meses para las novedades editoriales. “Representa un gran avance extender la vigencia del precio único de los libros y ampliar sus beneficios a la lectura digital; gracias a esto se impulsa la competitividad en igualdad de condiciones y oportunidades para las pequeñas editoriales y librerías de barrio, con un mercado más abierto, justo y accesible”.
De cara a las reformas que todavía debe aprobar el Senado para entrar en vigor, el titular de la Caniem confía en que la situación de la industria mejore e incluso respecto de los niveles anteriores a la pandemia, pero para ello se deberá a llegar a un nuevo acuerdo en la relación con el Estado, su principal cliente.