Gabriel García Márquez. En agosto nos vemos. Diana. 125 pp.
Por fin llegó a librerías En agosto nos vemos, la novela póstuma de Gabriel García Márquez (1927-2014) y uno de los títulos más esperados del año. “Este libro no sirve. Hay que destruirlo”, dijo en su momento el Nobel colombiano. Sin embargo, ya sabemos que uno propone y los herederos disponen.
“En un acto de traición, decidimos anteponer el placer de sus lectores a todas las demás consideraciones. Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos”, escriben en la presentación de la obra sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha.
Supongo que una buena oferta económica dio un empujón a este último acto de rebeldía hacia el padre; pero, bueno, no hablemos del dinero, que no lo es todo, es tan solo vanidad, diría Luis Alcaraz.
¿Hacía falta publicar una novela menor de uno de los escritores más queridos del siglo XX? Sus seguidores incondicionales e investigadores seguramente dirán que sí. Para los lectores críticos no era necesario: ¿para qué ensombrecer el legado de El amor en los tiempos del cólera o Cien años de soledad?
Historia de amor
Vamos al grano: la historia se centra en Ana Magdalena Bach, una mujer madura que toma el transbordador para llegar a la isla donde está sepultada su madre; se registra en el hotel habitual; compra un ramo de gladiolos; pasa la tarde en el cementerio y, al día siguiente, regresa a casa con su familia. A partir del encuentro inesperado con un hombre cambiará para siempre su rutina y aprovechará cada visita para buscar una aventura fuera de su matrimonio.
Uno de los temas de García Márquez siempre fue el amor. Y aquí lo muestra en su etapa adulta o de envejecimiento. Más que respuestas, el escritor apunta a las debilidades y contradicciones del ser humano. En esta ocasión lo hace por medio de una mujer a quien hay que reconocerle su iniciativa.
Si bien no es un personaje redondo, sí tiene atisbos de Úrsula Iguarán o Fermina Daza, mujeres inolvidables para los lectores del colombiano. A lo largo de la lectura vemos a un autor con un pie en el pasado y el otro en un presente que no termina por entender. Se extrañan las grandes frases a las que nos acostumbró y, en cambio, tenemos algunas imágenes anacrónicas y que difícilmente se le permitirían a un narrador novel.
Cristóbal Pera fue el editor que acompañó al autor en la edición de este libro durante la primera década del siglo XXI. Su testimonio es el colofón de una obra a la que no hay que exigirle demasiado, al contrario —y quizá por el cariño que se le tiene al escritor—, merece indulgencia.
En todo caso, y en eso no me dejarán mentir, el peor García Márquez es mejor que muchos de los que hoy se venden como renovadores de las formas literarias.
Otros títulos de Gabriel García Márquez son El coronel no tiene quién le escriba y Crónica de una muerte anunciada.