FUEGO QUE QUEMA E ILUMINA

Federico González
Cultura
CRÓNICA DE LUMBRE

Geney Beltrán. Crónica de la lumbre. Alfaguara. 390 pp.

Narsia, de 58 años, es profesora de teatro. Con su exmarido atiende al llamado de su hijo menor. Es febrero de 2000. El joven les confiesa que una semana atrás asesinó a su novia. No los ha citado, sin embargo, esperando ayuda, sino para que sean testigos de cómo salta al vacío desde un décimo piso.

Con la intención de salir adelante, retoma su vida en su ciudad natal, en Sinaloa, donde conoce a Arsenio, un periodista extraviado. La madre de su hija, con quien tenía un trato hostil luego de separarse, fue asesinada en un tiroteo y desde entonces va tropezándose con su propia paternidad y en la constante búsqueda de una nueva pareja.

Hasta aquí el planteamiento de Crónica de la lumbre, la nueva novela de Geney Beltrán (Durango, 1976). En lo general la trama se puede anticipar: ambos intentan acompañarse y ayudarse a cicatrizar sus pérdidas y heridas; para conseguirlo tendrán que mostrar sensibilidad, cariño, pero sobre todo disposición a enfrentar sus propios miedos.

Viejas obsesiones, nuevos enfoques

Esta no es la primera ocasión en que el narrador construye personajes rotos por dentro; lo que sí es nuevo es la luminosidad que imprime al relato.

Dice el filósofo Byung-Chul Han que la esperanza surge de la desesperación; en medio del caos es cuando buscamos crear algo que nos saque adelante. Algo de eso hay en esta ficción.

Tanto Narsia como Arsenio lidian con diferencias y enfermedades para reconstruirse. Beltrán es cuidadoso y detallado al tejer la relación de ambos.

Viejas obsesiones de Geney Beltrán, como la paternidad, la violencia o la vida rural, aparecen en una novela que mira hacia el imaginario del México no urbano. Destacan, además, los guiños que hace a Esther Seligson, autora sin igual en la literatura mexicana y a la que ha estudiado a detalle. La presencia de la metafísica, evidente desde la portada, da un juego notable a la historia en tanto que nos abre a la posibilidad de otras vías de conocimiento y autoconocimiento.

El fuego quema, pero también ilumina; y esa dualidad contrapuntea una historia que tiene muchos rostros, que nos enseña que en los pequeños detalles está la posibilidad de salir adelante.

Otros títulos de Geney Beltrán son Adiós, Tomasa; Cartas ajenas y No nos vamos a morir mañana.

Vértigo también recomienda

Yolanda Segura. Ya nada va a embestirnos esta noche. Palindroma. 87 pp.

Este es un libro sobre la infancia, sobre dos hermanas que tienen miedo y no saben cómo acompañarse, pero también respecto de nuestra relación con los animales y los muros que aparecen para pensar de una manera crítica sobre antropocentrismo.

María Fernanda García. Wisteria. UNAM. 80 pp.

Una mujer narra el viaje que realiza al lugar donde nació, pero que no conoce, en Ann Arbur, Estados Unidos. Aquí una crónica sobre el abandono del padre, la infancia insegura, la migración y la identidad.

Vivian Gornick. La situación y la historia. Sexto Piso. Trad. Julia Osuna Aguilar. 176 pp.

La estadunidense brinda lecciones de escritura y vida. ¿Cómo extraer de la propia experiencia vital una historia que merezca ser contada, que aporte algo de sabiduría al lector? Esa es la pregunta que plantea este volumen.