Por primera vez en más de 30 años la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara se inauguró sin la presencia de Raúl Padilla López, fundador y exdirector del evento de literatura más importante de América Latina, quien falleció en abril pasado.
Durante la ceremonia de inauguración la directora de la FIL, Marisol Schulz Manaut, lamentó la pérdida y puntualizó que junto con el comité organizador se comprometían a mantener el legado y el prestigio que Padilla le brindó a la feria: “Con mucha tristeza tomamos esta estafeta, aunque siempre nos hará falta su perfeccionismo, su visión, su calidez y generosidad”.
Cabe recordar que desde su creación la FIL se ha consolidado como la feria más grande del mundo en términos de asistentes: el año pasado registró más de 800 mil, además de los más de dos mil sellos editoriales y casi 15 mil profesionales del área editorial.
Todo ello ha coadyuvado a posicionarla como la segunda feria más importante del mundo, solamente después de la Feria del Libro de Frankfurt.
Este año, con el objetivo de ampliar el número de países representados, se contó con la presencia de la Unión Europea (UE) como invitada de honor, lo que convirtió a la FIL en un genuino encuentro mundial de la literatura.
Durante la inauguración, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, compartió a través de una videograbación su mensaje de apertura, donde insistió en el papel de la literatura para el desarrollo de la humanidad: “¿Qué sería de nosotros sin la posibilidad de encontrarnos a través de la lectura y del entendimiento del otro? Se los digo desde Europa, donde hemos vivido siglos de enfrentamientos fratricidas. No sin dificultad, hemos aprendido el valor del encuentro con el otro, con la alteridad”.
Por parte de la UE se realizaron más de 600 presentaciones, provenientes de 27 Estados miembros y donde participaron alrededor de 70 autores, entre los que se encuentran el francés Pascal Quignard, el irlandés Colm Tóibín, los españoles Antonio Muñoz Molina y Alfonso Zapico, el griego Nikos Bakounakis y la portuguesa Lidia Jorge.
Para el próximo año el invitado de honor será España, país de donde provienen algunas de las editoriales de habla hispana más importantes, como Anagrama, Siruela, Planeta y Tusquets.
Además, desde la década de 1990 la FIL otorga a manera de reconocimiento a la producción literaria los premios de Literatura en Lenguas Romances y el Sor Juana Inés de la Cruz, mismos que este año concedió a la poeta mexicana Coral Bracho y a la novelista colombiana María Ospina Pizano, respectivamente.
Celebración a la otredad
De forma unánime, la novela Solo un poco aquí de Ospina Pizano fue elegida como la ganadora del Sor Juana Inés de la Cruz 2023. El jurado, compuesto por Sara Poot Herrera, Diana Sánchez y Daniel Centeno Maldonado, señaló que lo más importante de la novela es “que está dedicada a los seres vivos que nos rodean y que normalmente o ignoramos o nos comemos o los usamos sin pensar”.
Solo un poco aquí fue publicado por Random House este año y constituye el tercer libro de la colombiana. En él abundan los personajes y protagonistas animales; y los pocos humanos son todas mujeres con un profundo sentido de comunidad.
En palabras de la autora el libro trata “sobre perras, pájaros migratorios y otros seres humanos que se desvían y cambian de lugar; es un libro de los viajes a los que los sometemos o que voluntariamente hacen los animales distintos a nosotros, con quienes compartimos el mundo”.
Para la creación de la novela Ospina decidió plantearse algunas preguntas sobre la alteridad y sobre los vínculos que unen a los animales con los humanos: “¿Cómo son ellos testigos de un mundo que cohabitamos? ¿Cómo se cruzan sus miradas con las nuestras? ¿Cómo los miramos de vuelta y abordamos su vitalidad y sufrimiento?”
Cuando Coral Bracho recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances insistió en la necesidad de que, como humanidad, podamos cambiar nuestra manera de ver el mundo: “Necesitamos una capacidad analítica que nos permita encontrar soluciones que beneficien a todos los seres humanos; y una conciencia ética que ponga a todos los seres humanos y toda la conservación de la vida en nuestro planeta por encima de las posibles y desmedidas ganancias económicas”.
De hecho, destacó que fueron la sensibilidad y los sentimientos los que llevaron al ser humano a ser consciente de su entorno, a intentar representarlo en pinturas y versos, por lo que a ellos “debemos recurrir ahora para fomentar un verdadero acercamiento al mundo en el que vivimos”.
Además, agradeció la recepción del premio, mismo que calificó de “inesperado y conmovedor” y que, a fin de cuentas, es un reconocimiento por su actividad poética, que inició desde la juventud.
Como parte de la celebración a Bracho, Ediciones Era presentó en la FIL su Poesía Reunida (1977-2023), misma que el poeta Ernesto Lumbreras calificó como un puente hacia el lenguaje que permite destruir y renovar los paradigmas del yo.
De igual forma, Bracho tuvo oportunidad de dialogar con jóvenes y estudiantes de la Universidad de Guadalajara (UDeG) sobre su quehacer poético. Muchas de las preguntas, por ejemplo, estaban relacionadas al hábito y la forma de escribir y editar. Con mucha tranquilidad, la poeta respondía que no hay un solo orden para hacer poesía y que incluso “no todos los poemas se escriben de una manera”.
Para Bracho la idea de poder coincidir con niños y jóvenes fue de especial importancia, pues señaló que “si el mundo va a cambiar, va a ser, sin duda, de esta manera”. Es decir, a partir del diálogo entre adultos, infancias y libros.