ENRIQUE DUSSEL: UNA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

“Por igual cuestionó a gobernantes de izquierda y derecha”.

Federico González
Cultura
ENRIQUE DUSSEL

Durante años se ha hablado de la poca relevancia de la filosofía latinoamericana. La voz cantante en lo que al estudio del pensamiento humano se refiere la lleva Europa; ni siquiera Estados Unidos ha sido capaz ante la cantidad y calidad de corrientes y escuelas provenientes del Viejo Continente.

¿En verdad América Latina es incapaz de construir una filosofía capaz de dialogar de manera global y más allá de los escenarios locales? La respuesta es no. Podríamos citar a Bolívar Echeverría o Rita Segato como ejemplos, pero tal vez el mayor de todos fue Enrique Dussel (1934-2023).

La buena filosofía se resiste a las ideologías y en cambio abraza estructuras intelectuales, sistemas de ideas, pues. “No es nada descubrir algo nuevo, hay que descubrir para qué se descubre”, solía decir el pensador de origen argentino que se exilió en México en 1975 tras ser víctima de un atentado producto de la dictadura.

Heredero de Heidegger y Emmanuel Lévinas, se ocupó de dialogar con Habermas o Richard Rorty. Crítico del eurocentrismo, consideró las condiciones étnicas, económicas y políticas de la región para la creación de la que fue sin duda su gran obra, Filosofía de la liberación, una reflexión poscolonial y encaminada a atender las necesidades y particularidades latinoamericanas.

Filosofía poscolonial

Dussel publicó más de 40 libros. La mayoría se centraron en hacer reinterpretaciones de los periodos de dominio colonial y en rescatar la riqueza de las cosmogonías locales. Con el tiempo sus críticas se enfocaron más en los ámbitos políticos y económicos. Por igual cuestionó a gobernantes de izquierda y derecha; supo leer que la inmensa mayoría, más allá de ideologías y demagogia, hacía poco por el bienestar de sus gobernados.

Desde luego, el pensamiento del filósofo tiene grietas. Probablemente muchas de ellas se han profundizado con el paso del tiempo. Su confianza en la posibilidad de construir Estados fuertes y humanistas parece sostenerse en arenas movedizas, en tanto que libros como 20 tesis de política, a la luz del tiempo, no parecen más que un puñado de ideas, lúcidas, bienintencionadas.

Sin embargo, lo que en verdad hay que agradecer a Dussel y su trabajo es el empeño por colocar a América Latina en el mapa filosófico de la segunda mitad del siglo XX, pero desde una posición auténtica. Sin pretender imitar a sus homólogos europeos y mucho menos dar la espalda a una riqueza cultural milenaria.

A unos días de su muerte no llama la atención la inmensa cantidad de reacciones ante la noticia: lo que sí sorprende es la cantidad de políticos que hoy presumen tenerlo como referente, pero que en realidad no se asomaron ni por error a sus postulados.

Si en verdad conocieran títulos como Hipótesis para el estudio de Latinoamérica en la Historia Universal o 16 tesis de economía política, lo mejor que podrían hacer es humildemente guardar silencio.