EL ÚLTIMO TREN: SOBRE DESOLACIÓN Y ESPERANZA

“Una dramaturgia hábil, sobria y llena de tensión artística”.

Alejandra Moncada
Cultura
@elultimotrenmx

Cormac McCarthy, distinguido autor estadunidense, escribió en 2006 su segunda obra de teatro, The Sunset Limited. La pieza de un solo acto muestra a dos desconocidos que después de un aparatoso encuentro en el Metro comienzan a discutir sobre el sentido de la vida. Blanco y Negro son personajes complejos con puntos de vista sumamente convincentes.

El último tren es el nombre en español de esta obra y llega al Teatro El Milagro, ubicado en la Ciudad de México (CDMX), para tratar el tema del suicidio con todas sus dificultades.

Bajo la dirección de Luis Ángel Gómez y las actuaciones de Rodolfo Guerrero y Rodrigo Vázquez, el público se preguntará qué creencias e ideologías nos sostienen en este mundo o nos hacen desear abandonarlo.

La obra comienza con Negro, un exconvicto que ha abrazado la fe cristiana y que evita que Blanco, un profesor universitario ateo, se suicide arrojándose a las vías del tren.

Negro se lleva a Blanco a su apartamento y durante toda la trama intentará convencerlo de que la vida tiene sentido y vale la pena seguir adelante a pesar de las adversidades.

El diálogo entre ambos personajes profundiza en temas existenciales como el sentido de la vida, la muerte, la fe, la desesperanza y la redención. Mientras Negro representa una perspectiva basada en la fe y el optimismo, Blanco encarna el nihilismo y el pesimismo, sosteniendo que la vida esencialmente no tiene sentido y que el suicidio es una salida lógica a su sufrimiento.

La pieza se distingue por su estilo minimalista y el uso del diálogo como único vehículo narrativo. Al igual que otras obras de McCarthy, The Sunset Limited explora la condición humana con una visión profunda y a menudo sombría.

El último tren es una reflexión sobre el conflicto entre dos visiones del mundo irreconciliables y sugiere que, al final, algunas preguntas sobre la existencia pueden no tener respuestas definitivas.

La recepción de la obra ha sido generalmente positiva, con elogios por su intensidad emocional y la fuerza de sus temas filosóficos. Sin embargo, también ha sido descrita como desafiante debido a su contenido denso y la naturaleza pesimista de algunas de las discusiones.

Perspectiva

En entrevista con Vértigo Luis Ángel Gómez habla sobre la importancia de profundizar en estos temas a través del teatro.

—¿Por qué es importante hablar sobre el suicidio?

—Revisábamos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) acerca del tema y es un asunto que, al igual que todas las enfermedades mentales y emocionales, se disparó con la pandemia. Ese es uno de los primeros impulsos para tratar el tema del suicidio: poder distinguir qué lo motiva. Ahora bien, al momento de tratarlo en esta obra nos dimos cuenta de que no siempre es producto de una enfermedad, de un suceso traumático o de un desbalance hormonal o químico en el cerebro; a veces es producto de algo todavía más profundo. Hay personas que no es que estén mal del cerebro, sino que definitivamente la vida y la realidad no les causa sentido. Y nos parecía importante también darle ese espacio de legitimidad a esas personas que tienen ese sentir.

Además, Gómez detalla que “nos preguntamos a lo largo del proceso si tenemos la capacidad de respetarle a una persona su deseo de morir; o sea, si tenemos derecho a decidir sobre nuestra propia muerte. Nos parece importante dar espacio a esos sentires”.

—¿Qué desafíos encontró al construir la puesta en escena?

—Es una obra que tiene mucho texto. Al momento de editarla lo hacían como una novela dramatizada; es decir, tiene demasiada descripción, demasiada narración. Parte del reto fue poder primero hacer una síntesis y después hacer que las palabras cobraran vida, encontrarles sentido; porque una discusión se vuelve interesante cuando distingues cuál es el tema que se trata, cuando vas siguiendo cómo se van formando los argumentos y qué hay detrás de estos. No son argumentos nada más desde el cerebro: se viven en el cuerpo, son el motor de cada personaje. Hemos tenido afortunadamente dos grandes actores, como lo son Rodolfo Guerrero y Rodrigo Vázquez, con mucha trayectoria, quienes enfrentan ese reto de dar sentido a todas esas palabras y a la filosofía que está detrás de ellas.

—¿Cómo incorporaron esta discusión filosófica a los elementos escenográficos, de vestuario o de iluminación?

—Encontramos con Bryan Guerrero, nuestro diseñador de escenografía e iluminación, un eje de trabajo en torno de la luz y la oscuridad, que es un tema que menciona Cormac en la dramaturgia. Quisimos volver ese texto en metáfora escénica. Y así nuestros personajes están encerrados en un círculo de luz que remite también por el color a esta línea que divide el andén de los carriles del Metro o cualquier sistema de transporte público. Se llama la línea de vida porque si la cruzas corres peligro de caer a las vías.

Gómez también menciona que “a nivel de sonido trabajamos con Eduardo Villarreal. Tenemos dos planos: uno que es el plano de la realidad, o sea, la obra sucede en un barrio de clase media-baja de la Ciudad de México. De pronto hay un rompimiento sonoro donde lo que intentamos es entrar en la mente de Blanco. Finalmente, el vestuario, que es de Brisa Alonso, nos ayuda a distinguir a dos personajes que, de nuevo, son contrastantes. Un personaje que tiene un desgaste en su ropa, es una ropa de trabajo; y el otro, que es Blanco, es un personaje que tiene ropa cómoda, tiene una condición socioeconómica mucho mejor”.

El último tren tendrá temporada del 15 de agosto al 8 de septiembre los jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas y domingos a las 18:00. Se ofrecerán distintas promociones a través de sus redes sociales, buscando como @elultimotrenmx.