EL LEGADO DE KENZABURO OÉ

“Novelas poéticas y oscuras inspiradas en sus recuerdos infantiles”.

Cultura
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Transcurrieron los días y apenas unos cuantos medios repararon en la muerte y la literatura del japonés Kenzaburo Oé (1935-2023). Vivimos tiempos donde la información se consume y no se procesa ni se comprende. La vida es aquello que pasa mientras vamos de un post a otro post, parafraseando una frase muy manida. Lo cierto es que la obra de quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1994 va justo en dirección contraria.

El narrador se caracterizó por escribir novelas poéticas y oscuras inspiradas en sus recuerdos infantiles durante la ocupación en el Japón de la posguerra y en su experiencia como padre de un hijo discapacitado. En su momento la Academia Sueca vio en su trabajo una fuerza poética sin igual para crear “un mundo imaginado en el que la vida y el mito se condensan para formar una desconcertante imagen de los dilemas humanos actuales”.

Sus obras más características se vieron marcadas por el nacimiento de su hijo, con discapacidad intelectual, en 1963. Una cuestión personal, publicada al año siguiente, es la historia de un padre que trata de asimilar a través de la oscuridad y el dolor el nacimiento de un hijo con daño cerebral. Varias de sus obras posteriores incluyen a un niño dañado o deformado con importancia simbólica, historias y personajes que evolucionaban y maduraban conforme crecía el hijo de Oé.

Redención y dolor

Otro de los títulos donde toca el tema es Notas sobre Hiroshima, sitio al que viajó para explorar el sufrimiento en el ser humano. Sobre esta obra declaró: “Fue el viaje más extenuante y depresivo de mi vida. Pero al cabo de una semana de estar allí encontré la llave para salir del profundo pozo neurótico y decadente en el que había caído: la profunda humanidad de sus gentes. Quedé impresionado por su coraje, su manera de vivir y de pensar. Aunque parezca raro, fui yo el que salí de allí animado por ellos y no al revés. Vinculé mi dolor personal al de aquellos hombres y mujeres, decidí resistir y luchar como ellos”.

Abro paréntesis: pese a su deformidad craneal y a su limitada capacidad para hablar y leer, Hikari Oé se ha convertido en compositor musical y su obra ha sido interpretada y grabada en álbumes. Cierro paréntesis.

No menos estremecedor es El grito silencioso, donde cuenta la historia de los hermanos Nedokoro, Mitsu y Taka, quienes viajan de regreso a su tierra natal en la isla de Shikoku, donde el segundo tratará de emular la revolución del primer año de Mannen animando a los aldeanos a levantarse contra el Emperador de los Supermercados, empresario coreano de gran poder e influencia en la región, bajo el pretexto de entrenar un equipo de futbol. En el marco del trayecto Mitsu hace un viaje introspectivo que en su momento se comparó como un descenso a los infiernos digno de Dante o Dostoievski.

Al margen de lo dramático que puede leerse lo hasta ahora escrito, la verdad es que Kenzaburo Oé consiguió desplazarse del dolor para convertir su experiencia en una herramienta de transformación personal.

Desde luego que en su vida, como en todas, hay sufrimiento; el tema es qué hacemos con eso y cómo conseguimos reponernos para salir adelante. Creo que, al menos para mí, esa es la mayor enseñanza del maestro japonés.

Otros títulos de Kenzaburo Oé son La presa, Muerte por agua y Renacimiento.