El tango es un monstruo de mil cabezas: por un lado el tango clásico, el más puro, el de los inmigrantes, el de arrabal; por otro, los elegantes cortes de Carlos Copes, los últimos finos de Piazzolla y de Gardel, o el filo en la voz de Nina Miranda.
Para mantener con vida al tango existen figuras como Pablo Ahmad, músico multiinstrumentista, compositor y productor con una visión más allá del género.
Nacido en Buenos Aires, el argentino es uno de los artistas latinoamericanos que llevan parte del folclor de su país al siguiente nivel: desde joven encontró una peculiar afición por la música y el mundo del tango.
El músico dice a Vértigo que sus padres fueron pieza clave en el inicio de su carrera: “Mi instrucción no es la de un gran académico, soy más el resultado de una familia que consumía tango, como buenos argentinos”, recuerda entre risas.
Pablo Ahmad ha realizado grandes colaboraciones mezclando la esencia del tango con otros ritmos latinoamericanos como cumbia, bolero, balada y hasta pop, pero el ingrediente activo de su estilo es el rock argentino clásico, presente en casi todos sus proyectos.
Además de estudiar piano, temprano en su carrera se desarrolló como bandoneonista, disciplina que ejecuta con gran pasión hasta la fecha.
—¿De dónde nace el gusto por esta música?
—Aprendí un poco de todo; es decir, comencé con un piano pequeño que era de mi hermano, imitando la voz de mi madre tarareando Imagine, de John Lennon; luego con piezas cada vez más elaboradas. Así inicié en la música. Estudié algunos años música clásica y piano con una concertista que es además querida amiga de la familia. Posterior a eso aprendí a tocar el bandoneón y la guitarra con distintos maestros. Todo apuntaba a que sería un ejecutante de música culta. Sin embargo, mi familia tenía una gran colección de tango y fueron responsables de que yo conociera este mundo.
Añade que “podría hablar durante horas sobre tangos y milongas, porque es algo que disfruto enormemente. Habiendo crecido en el seno de una familia con gran tradición —me refiero a la música—, el amor por el tango lo traigo desde pequeño, cuando me regalaron mi primer casete de Carlos Gardel”.
—Y su inseparable bandoneón…
—El maestro Ernesto Baffa fue amigo de mi padre y además un bandoneonista de renombre, conocido por sus actuaciones al lado de grandes como Troilo o Piazzolla. Cada vez que iba a la casa a darme clase también me ponía a cantar, así que con él aprendí además a cantar tango. ¿Te imaginás a un pibe escuchando tango? Así era en mi casa.
Además del periodo clásico Ahmad cuenta que también tocó canciones del “repertorio obligado” con una banda formada por algunos amigos que “nos reuníamos en el garaje de alguien para tocar canciones de los Beatles, Queen, Charly García y toda esa música que sonaba en la época. Yo siempre he tratado de agregar elementos que sumen algo nuevo: la milonga al compás de dos por cuatro es algo más alegre, más para bailar; se presta para jugar con técnicas propias de ese estilo”.
De una manera casi fortuita “le fui encontrando un lugar al instrumento icónico del tango: el bandoneón. De aquellos ensayos luego resultaban cosas interesantes. Todos ellos también fueron mis maestros, mis primeras influencias”.
El cantante sostiene que la constancia es indispensable porque “uno se va volviendo músico profesional en el camino. Mientras tocas y acumulas horas en el escenario, también vas recolectando experiencias que se parecen pero nunca se repiten”.
Trayectoria
—¿Con quiénes ha colaborado o le gustaría colaborar?
—Me encantaría producir o coproducir algo con Fito Páez o con Gustavo Santaolalla, son dos de mis sueños. Por fortuna he tenido la oportunidad de trabajar con grandes artistas como Ricardo Montaner, José Luis Rodríguez El Puma, Raúl di Blassio, Bersuit Vergarabat, Los Auténticos Decadentes, Gustavo Cordera, Fede Bonasso, Panteón Rococó, La Sonora Santanera y muchos más.
Con algunos, puntualiza, “he tocado y con otros he producido. Pero son solo algunos grandes créditos: hay muchos de los que contaría historias fabulosas, porque también he hecho algunas cosas que no quedaron grabadas o no llegaron al escenario pero son anécdotas dignas de recordar. Esas noches de bohemia en las que junto a Guille Novellis (vocalista de La Mosca) versionábamos sus canciones en tango… Diría que estoy contento con toda la gente que he trabajado, que ya de por sí son más de los que hubiera imaginado, famosos y no famosos”.
Asimismo, el cantante recuerda la amistad que tuvo con Diego Verdaguer. “Con Diego —que en paz descanse—, primero me hice amigo, luego pude compartir horas de estudio, ya que empecé a coproducir con él y con Gabo, que es el productor que lo acompañó gran parte de su trayectoria”.
—¿Habrá tango con ritmos latinos más actuales en un futuro?
—Trabajamos en un nuevo material que precisamente se basa en el estudio de géneros más modernos, como el trap o el urbano. Pero más allá de la parte electrónica siempre se puede sacar ese sonido orgánico, como cuando golpeas un termo metálico con una pluma o el click de las teclas del bandoneón, por ejemplo. La música no tiene fronteras.
Con todo ello en mente Pablo Ahmad ahora se alista para el concierto 20 años de Tango-rock que presentará en la Ciudad de México el próximo 27 de noviembre, a las 18:00 horas, en el Teatro Metropólitan.