Primera clave. “La memoria es la forma en que seguimos contándonos a nosotros mismos nuestras historias”, escribió Alice Munro (Canadá, 1931-2024). La cita es la llave que nos abre la puerta que nos asoma a la enorme habitación con la obra de la narradora ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013.
A Munro se le considera una de las grandes cuentistas del siglo XX, al punto que se le compara con el ruso Antón Chéjov.
Su forma de contar la vida cotidiana llamó la atención, sus relatos tan cercanos a la gente común la hicieron conectar con lectoras y lectores que se identificaron con su forma de hablar de la condición humana sin la necesidad de grandes artificios, sin mayores trucos que el oficio de quien sabe contar una buena historia.
Empezó a escribir cuentos en 1950, en su escaso tiempo libre. Sin embargo, fue hasta 1968 cuando publicó su libro debut, Danza de las sombras, que ganó el Governor General’s Award, el premio literario más prestigioso de Canadá y el cual obtendría por segunda vez en 1978 con ¿Quién te crees que eres?
La sorpresa de lo cotidiano
Segunda clave. “Quiero que el lector sienta que algo es sorprendente: no el ‘qué sucede’ sino la forma en que sucede. Para mí los cuentos cortos y largos son los que mejor hacen esto”, escribió la canadiense.
Su volumen La vida de las mujeres (1971) llamó la atención por su forma de entrelazar los relatos, incluso algunos críticos llegaron a definirlo como una novela fragmentaria. Si antes los colectivos feministas no habían puesto la mira en su trabajo, gracias a esta obra la tomaron como una autora de referencia al momento de describir el mundo desde una óptica alejada de los parámetros masculinos.
Tercera clave. “Un cuento es como una casa. Uno entra y se queda allí un rato, deambulando de un lado a otro y acomodándose donde quiere y descubriendo cómo la habitación y los pasillos se relacionan entre sí, cómo el mundo exterior se altera al ser visto desde la ventana”: si hay una teoría del cuento en Alice Munro es esta.
Justo eso es lo que se aprecia en Las lunas de Júpiter (1982), El progreso del amor (1986), Amistad de juventud (1990), Secretos a voces (1994), Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) y Escapada (2004), todos títulos que proponen una forma de acercarnos a distintas formas de entender y dialogar.
Munro supo mantener su impronta como una constante, pero sin repetirse. Podía hablar sobre divorcios, empleo, asesinatos, crianza, siempre desde una perspectiva distinta y no en pocas ocasiones desconcertante. Sus tres últimos títulos, al menos conocidos hasta ahora, La vista desde Castle Rock (2006), Demasiada felicidad (2009) y Mi vida querida (2012), son la culminación de una escritora sin fecha de caducidad.
El 10 de octubre de 2013, cuando Munro fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura y citada como una “maestra de la historia corta contemporánea”, pocas veces la Academia Sueca supo resumir con tanto tino la dimensión de una de sus galardonadas.