La música es un reflejo de la evolución tecnológica y cultural de la humanidad. En este sentido, la música electroacústica emerge como una expresión artística que combina lo mejor de dos mundos: la riqueza sonora de los instrumentos acústicos tradicionales y las infinitas posibilidades creativas que ofrecen las nuevas tecnologías.
Un ejemplo de esto es el trabajo que realiza Adrián Oropeza, baterista y compositor mexicano, quien realizará en septiembre una gira por América del Sur llevando su proyecto unipersonal, Batería y nuevas tecnologías, el cual tiene como objetivo difundir una propuesta sonora innovadora que combina batería, percusión electrónica y novedosas tecnologías.
La gira de Oropeza se desarrollará del 1 al 22 de septiembre comenzando en Brasil, donde participará en el Programa de Posgrado en Artes y Cultura de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UNIRIO) la primera semana del mes.
Luego, del 8 al 14 de septiembre, estará en el ciclo de Música Electroacústica de la Universidad Austral de Chile en Valdivia.
Y finalmente, del 15 al 22 de septiembre, participará en el festival En Tiempo Real en Bogotá, Colombia.
Batería y nuevas tecnologías ofrece una interpretación de composiciones originales que destacan por su sonido, timbre y atmósferas únicas, llevando a las audiencias a experimentar sensaciones y emociones singulares.
Con más de tres décadas de trayectoria en la música y 18 años dedicados al jazz mexicano, Oropeza se ha aventurado en el mundo de la tecnología para explorar diferentes formas de interpretación y descubrir nuevas propuestas sonoras.
Aunque ahora sea una tendencia sonora innovadora, lo cierto es que la música electroacústica tiene sus raíces en la década de 1940, con la aparición de la música concreta en Francia, desarrollada por Pierre Schaeffer, y la música electrónica en Alemania, impulsada por figuras como Karlheinz Stockhausen. Estos pioneros experimentaron con la manipulación de sonidos grabados utilizando cintas magnéticas y grabadoras de carrete abierto. A lo largo de los años, el avance de la tecnología, incluyendo la aparición de los sintetizadores y las computadoras, amplió considerablemente las herramientas a disposición de los compositores.
Una de las prácticas más emocionantes en la música electroacústica es la combinación de instrumentos acústicos tradicionales con electrónica en vivo. Este enfoque híbrido permite una interacción rica y matizada entre el músico y la tecnología. Por ejemplo, instrumentos como la guitarra o el piano pueden ser amplificados y procesados en tiempo real con efectos como reverberación, delay y distorsión, ampliando su paleta sonora. Además, algunos músicos utilizan instrumentos híbridos, que combinan componentes acústicos y electrónicos, como guitarras con pastillas electrónicas o pianos preparados con sensores.
La gira de Oropeza por América del Sur incluye clases magistrales y conciertos, promoviendo el acercamiento con educadores y artistas de diferentes partes del mundo. Esta gira no solo impulsará el desarrollo del proyecto de batería y electrónica, sino que también fomentará importantes colaboraciones entre artistas e instituciones, destacando el intercambio cultural entre México, Brasil, Chile y Colombia.
Expansión auditiva
En entrevista con Vértigo, Oropeza habla acerca de la importancia de difundir estos proyectos musicales.
—¿Qué le llevó a explorar la fusión de instrumentos acústicos con nuevas tecnologías?
—En 2015 estaba tocando con un cuarteto de jazz y nos invitaron a formar parte de un programa llamado Prácticas de Vuelo que tiene el Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS). A partir de una convocatoria escogimos a entre ocho y diez jóvenes compositores que escribieron obras para cuarteto de jazz para instrumentos y nuevas tecnologías, es decir, música hecha por computadora. Trabajamos durante un año para presentar las piezas en vivo. Luego tuvimos la fortuna de grabar un disco y de ahí surgió todo este mundo. Después el cuarteto se desintegró, pero yo retomé algunas de las piezas que ya estaban compuestas para seguirlas interpretando.
—¿Qué virtudes le ve a esta nueva tendencia musical?
—La verdad es que me sorprende la cantidad de instituciones y festivales alrededor del mundo que retoman esta propuesta. Las nuevas tecnologías son lo de hoy; nos han dado la oportunidad a compositores e intérpretes de explorar otros timbres, otras texturas y otras formas diferentes de hacer música. Especialmente también a raíz de la pandemia, que fue un buen rato sin conciertos; se dio la oportunidad de poder incursionar en este mundo digital, incluyendo la Inteligencia Artificial (IA). Ha sido muy interesante y la cantidad de puertas que se abren es enorme.
—¿Cómo ha visto la recepción del público?
—La verdad es que ha sido positiva, porque creo que a la gente le gusta escuchar nuevas propuestas. Puede haber momentos en los que se crean atmósferas extrañas o ruidos raros, que tal vez sean un poquito estridentes o diferentes, pero también hay pistas que tienen sonidos muy tonales, fáciles de escuchar y muy prendidos, muy intensos. Creo que la experiencia sonora puede ser muy interesante, diferente para cualquier oído. Simplemente hay que tener apertura para escuchar nuevas cosas y para todo el público, desde niños hasta adultos; puede ser muy atrayente esta nueva sonoridad; y con un instrumento creo que puede ser más enriquecedor. He encontrado que la batería puede generar no solamente ritmo sino además armonías, melodías, vientos sonoros muy interesantes.
—¿Por qué es importante difundir esta nueva tendencia musical?
—Para que las nuevas generaciones de músicos conozcan otras ramas por las que pueden moverse y el público en general tenga más opciones de repertorio. Creo que vale mucho la pena difundir este trabajo. En lo particular, he dado conciertos didácticos tanto para músicos y compositores como para el público oyente. Asimismo, hay muchísimo repertorio en multipercusión, aunque en batería no tanto, y creo que estos proyectos pueden ser un parteaguas para que se siga expandiendo la música.