El automovilismo mundial vive su propia carrera por subsistir y reducir las pérdidas. Al mismo tiempo las diversas categorías encuentran la manera de adaptar sus competencias para continuar e intentar librar la crisis económica más fuerte de las últimas décadas.
Los diferentes campeonatos mundiales ya no pueden darse el lujo de competir de un continente a otro. Hoy simplemente es inviable. Ante ello la primera solución que aplican es concentrar sus fechas en Europa, aprovechando que la pandemia se encuentra relativamente controlada en esa región, que los traslados terrestres son más económicos y que se pueden crear burbujas más efectivas entre los equipos y pilotos.
La Fórmula 1, por ejemplo, ha tenido que sacrificar once fechas de su calendario, a las que probablemente se sumen cuatro fechas asiáticas más y la creación de seis carreras nuevas, todas en el Viejo Continente, con tres fechas dobles, al más puro estilo de seriales juveniles.
Para capitalizar un poco lo perdido se priorizan los contratos estelares de televisión, así como el de patrocinadores globales, a la par de renegociar con un calendario resumido y que seguramente no pasará de las 15 fechas, cuando originalmente se tenían pactadas 22 carreras.
No obstante las burbujas sanitarias conformadas en los autódromos, hoteles de concentración y al interior de las escuderías, ya se probó que pueden tener fugas. Bastó un viaje exprés del piloto mexicano Sergio Pérez a tierras tapatías para dar positivo horas antes de empezar actividades en el Gran Premio de Gran Bretaña.
La Fórmula E sumaba cuatro fechas cuando el paro obligado por el esparcimiento del Covid-19 la frenó con brusquedad. Un total de ocho carreras a lo largo de siete países se cancelaron de manera definitiva. El principal reto que enfrentan es que su ADN es correr en circuitos callejeros, en los corazones de grandes urbes, donde se tiene poco control del flujo de personas que asisten.
Su solución ha sido concentrar seis carreras en el viejo aeropuerto de Tempelhof de Berlín, a puerta cerrada, con tres configuraciones distintas de la pista a lo largo de ocho días, en un esfuerzo de logística sobrenatural para brindar emoción y darle un digno final a la atípica campaña 2019-2020.
América
El Campeonato Mundial de Rally (WRC) es otra categoría que sacrifica la mitad de su calendario. Son siete fechas las que se cancelaron y en los planes está correr ocho en total. Serán cuatro fechas en Europa y el anhelo de poder cerrar en Japón para noviembre, si la pandemia lo permite.
América es un continente muy afectado en el automovilismo. Se tuvieron que cancelar los Grandes Premios de Canadá, Estados Unidos, México y Brasil de F1; el Rally de Argentina del WRC, las Mil Millas de Sebring del Campeonato Mundial de Resistencia, el E-Prix de Nueva York de la Fórmula E y los GP de Austin y Argentina de MotoGP.
Cada cancelación implica pérdidas millonarias para organizadores y las ciudades que alojan el evento. Solo en México se estima una cifra cercana a los cuatro mil 220 millones de pesos, que fue la derrama económica que dejó la edición del Gran Premio de Fórmula 1 del año pasado.
La carrera por sacar el negocio del deporte motor continúa y los daños colaterales seguirán sumándose.