CICLOS OLÍMPICOS

“Las mujeres son las que más suman al medallero para México con 15 preseas”.

Alejandro Zárate
Columnas
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Los Juegos Olímpicos de Tokio 20/21 marcan el fin de una era en la historia del olimpismo mexicano. El adiós de dos de las mejores atletas olímpicas que el deporte nacional ha visto: Paola Espinosa y María del Rosario Espinoza se quedaron fuera tras sus controles internos, con el probablemente fin a un legado del que pasarán varias justas para ver algo similar.

En ambos casos fueron superadas de manera justa y, como se espera que siempre suceda, en plena competencia. Sucumbieron ante las nuevas generaciones que vienen empujando fuerte, con el anhelo de escribir sus propias historias olímpicas.

Chayito cayó en cerrados combates ante Briseida Acosta, en el selectivo de taekwondo por la plaza de +68 kilos. Estos duelos bien pudieron ser de una final continental o hasta de un Campeonato del Mundo. Ahí quedó el intento por alcanzar sus cuartos juegos y sumar una medalla más a su palmarés.

La sinaloense es la atleta mexicana más ganadora en la historia con su oro en Beijing 2008, su plata en Río 2016 y su bronce en Londres 2012. Solo se ubica a una medalla del clavadista Joaquín Castillo, el atleta mexicano con más preseas olímpicas, con cuatro.

Además, Rosario presume un campeonato mundial en Beijing 2007 y múltiples medallas en Juegos y Campeonatos Panamericanos. Prácticamente se ha reinventado en más de una ocasión ante los constantes cambios de reglamento a lo largo de los últimos lustros en esta disciplina.

Paola, por su lado, tiene en su legado la participación de cuatro Juegos Olímpicos. Desde Atenas 2004 y hasta Río 2016 fue la carta fuerte tricolor de los clavados. A sus dos medallas olímpicas conseguidas en las pruebas de plataforma sincronizados en diez metros se suma un campeonato mundial de manera individual, también en plataforma, alcanzado en Roma 2009.

Mujeres

Ambas atletas representan a una generación de mexicanas triunfadoras del Olimpo que inició en el presente siglo cuando la pesista Soraya Jiménez consiguió el oro en Sídney 2000.

Desde entonces las mujeres son las que más suman al medallero para México con 15 preseas ante las doce logradas por los hombres. Antes de esta generación dorada de atletas mexicanas solamente la nadadora Tere Ramírez y la esgrimista Pilar Roldán eran las únicas mujeres aztecas medallistas.

Ahora llega el momento de brillar con luz propia para clavadistas como Alejandra Orozco, Gabriela Agúndez o Arantxa Chávez; así como de la taekwondoín Acosta. A esta generación se suman nuevas figuras como la gimnasta Alexa Moreno, la pentatleta Mariana Arceo, la golfista Gabriela López y las arqueras Aida Román y Alejandra Valencia, entre otras.

También será la primera vez que a unos Juegos Olímpicos vayan un representativo femenil de softbol, una gimnasta de trampolín —con la clasificación de Dafne Navarro— y una boxeadora —con la designación de Esmeralda Falcón.

Hay otros nombres que destacan, como el de la velocista Paola Morán, que regresa a México a la prueba de los 400 metros, o el de la nadadora sincronizada Nuria Diosdado en sus terceros juegos.

Es el adiós de las mejores atletas olímpicas del país y el comienzo de nuevos referentes para el deporte mexicano en su intento por alcanzar la gloria.