Un gobierno no solo tiene responsabilidad de promover buenas medidas sino de saber si realmente puede aplicarlas. Después de todo, la política es el arte de lo posible. El gobierno de Enrique Peña Nieto sabía que enfrentaría una gran resistencia a la reforma educativa, pero ahora parece incapaz de hacer nada frente a las tácticas destructivas de los grupos que se oponen a ella.
De las reformas del gobierno de Enrique Peña Nieto quizá la más importante sea la educativa. Es una reforma de fondo, que busca recuperar la rectoría del Estado sobre la educación pública, una actividad capturada por el sindicato de maestros. Medidas como hacer un censo de maestros para que solo los que dan clases reciban pago por ello, contratar a nuevos docentes por concurso y realizar evaluaciones de quienes ya tengan plaza, son indispensables para construir un mejor sistema educativo.
El gobierno supo siempre que habría una gran resistencia del sindicato, pero se equivocó al pensar que solo provendría del sindicato oficial. A principios de 2013 fue detenida Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), por un supuesto uso indebido de fondos del sindicato, aun cuando la organización nunca presentó denuncia. Una vez detenida la maestra, el gobierno negoció sin dificultades la reforma con el sucesor, Juan Díaz de la Torre.
El gobierno de Peña Nieto, sin embargo, no parece haber previsto ni la virulencia ni la persistencia de la oposición de la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), una organización mucho más ideológica que el SNTE que desde hace años controla los sistemas educativos de Oaxaca, Chiapas, Michoacán y en parte de Guerrero y la Ciudad de México.
Financiamiento
Los tribunales mexicanos han echado para atrás los intentos de la coordinadora por descarrilar legalmente la reforma educativa, pero la CNTE no se ha limitado nunca a los cauces de la ley. Su fuerza ha provenido de movilizaciones y plantones. En un país normal la resistencia de la CNTE no habría prosperado. En México, sin embargo, a la CNTE se le ha permitido bloquear vías de comunicación y afectar abiertamente a terceros. El movimiento está bien financiando. Un maestro normal no puede darse el lujo de dejar de trabajar durante meses para participar en marchas y bloqueos. Por otra parte, cuando la policía ha tratado de liberar las vías de comunicación bloqueadas, los resultados han sido desastrosos. Este fue el caso del operativo del 19 de junio en Nochixtlán, Oaxaca, que dejó un saldo de nueve muertos sin que se hubiera levantado el bloqueo de la autopista Oaxaca-Puebla.
Las pérdidas por los bloqueos son multimillonarias. Las organizaciones empresariales han protestado públicamente ante la inacción de las autoridades, pero el gobierno parece resignado a no hacer nada. Por el contrario, ha establecido una mesa de negociación con la CNTE, sin que esta detenga sus acciones contra los ciudadanos, y a cuentagotas ha estado haciendo concesiones.
Es difícil saber cuál será el resultado de esta confrontación. El gobierno afirma que no abrogará la reforma educativa, pero los daños por las movilizaciones son cada vez mayores, no para el gobierno sino para la sociedad. A veces parece que el gobierno debió haber pensado mejor las cosas. La resistencia de un grupo tan poderoso como la CNTE era previsible. Si el gobierno no tenía la voluntad o la fuerza para aplicar la ley, mejor hubiera sido no impulsar la reforma.