Todo el mundo le echa la culpa a alguien más, pero al final el daño recae sobre uno de los grupos más necesitados del país: los alumnos de las escuelas públicas de Oaxaca.
El secretario de Educación del gobierno federal, Emilio Chuayffet, dice que la responsabilidad de haber pagado los días que los maestros de Oaxaca no trabajaron, a pesar de que lo prohíbe la ley, no es suya sino del gobierno de Oaxaca. Nadie le reportó al secretario qué maestros no se presentaron a trabajar. Por eso tuvo que cubrir la nómina completa. Ni uno solo de los más de 90 mil maestros de la entidad faltó oficialmente un solo día durante la primera quincena de junio. No hubo ni enfermos ni ausencias por problemas personales o familiares. En consecuencia la nómina se pagó íntegra.
El presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, afirma que la culpa no es del gobernador perredista de Oaxaca, Gabino Cué, sino del gobierno federal priista que, después de todo, tiene ahora el control de la nómina de los maestros. Así lo estableció la reforma educativa.
El director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Moisés Robles Cruz, dice que la culpa no es de él o del IEEPO. Es cierto que los supervisores nominalmente a su cargo no reportaron ninguna falta, pese a que la sección 22 completa dejó de trabajar durante más de una quincena, pero él no controla a los supervisores. Estos no son designados por las autoridades educativas de Oaxaca sino por los propios líderes de la sección 22 y para mantener el cargo deben obedecer las instrucciones de los dirigentes.
Tanto el secretario de Educación federal como el director del IEEPO culpan al gobernador de Oaxaca… pero no al de hoy sino al de 1992, el priista Heladio Ramírez, quien firmó el acuerdo con la sección 22 que le dio a esta la facultad de nombrar a los supervisores. Siempre es conveniente culpar a alguien que ya no está en la política.
Consecuencias
Los líderes de la sección 22 le echan la culpa al gobierno federal que quiere impulsar una “contrarreforma neoliberal educativa” para lograr la privatización de la educación.
Desde hace 35 años la sección 22 ha tenido paros todos los años por lo que los alumnos oaxaqueños no han podido en ese periodo tener un solo ciclo lectivo completo.
Si el gobierno federal aceptara sin cuestionamiento el pliego petitorio de más de 100 exigencias, entre las que se incluye no tener internet en las escuelas, el grupo sindical no tendría por qué suspender actividades docentes.
Nadie tiene culpa, como vemos. El responsable de todo lo que ocurre en el sistema educativo de Oaxaca es alguien más. Los políticos y los líderes mexicanos son siempre inocentes de cualquier falta.
Pero si no hay ningún culpable, claramente sí hay víctimas. Son los niños de Oaxaca. Casi 1.3 millones de alumnos acuden a las aulas en esa entidad. Sus padres suponen que se les otorga una instrucción adecuada que les permitirá salir adelante en un mundo cada vez más complejo y competido.
Pero no es así. La sección 22 está engañando a los padres de familia y a los alumnos de Oaxaca. Más que instrucción a los niños se les da adoctrinamiento político. Las faltas de asistencia de los docentes y las propias carencias de los maestros son tan importantes que no es posible ofrecer una buena educación.
Así son las cosas en nuestro país. Nadie tiene la culpa de que no se cumplan las responsabilidades del Estado. Pero sí hay víctimas que pagan las consecuencias.