Usualmente es el presidente quien pide la renuncia a sus colaboradores. Hay buenas razones para pensar, sin embargo, que en este caso fue Luis Videgaray quien le dijo a Enrique Peña Nieto que lo mejor para el mandatario y para el gobierno era que él dejara el equipo. El costo político de la invitación a Donald Trump para visitar México fue tan alto, que era mejor que alguien, que no fuera el presidente, asumiera la responsabilidad.
La decisión no debe haber sido fácil para Peña Nieto, quien había hecho de Videgaray mucho más que un secretario de Hacienda. A Videgaray se le atribuyen las reformas estructurales que han marcado este sexenio, incluso aquellas que poco o nada tendrían que ver con temas hacendarios o financieros. Era el consejero en los temas más delicados, inclusive políticos y de comunicación. Nadie en el gabinete, o fuera de él, tenía mayor influencia sobre el presidente.
Habrá que ver qué ocurrirá ahora con Videgaray. ¿Desaparecerá simplemente del escenario político en los dos años y meses que faltan del actual gobierno o, pese a haber dejado el cargo público, seguirá siendo consejero y confidente de un mandatario que le ha tenido confianza desde los tiempos en que era gobernador del Estado de México? Aun sin la presencia de Videgaray en la Secretaría de Hacienda sus huellas permanecerán en el gobierno. Muchos funcionarios de alto nivel son cercanos al ahora ex secretario y es probable que mantengan su lealtad hacia él.
El nuevo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, fue compañero de Videgaray en el ITAM, donde los dos estudiaron Economía, pero también en la UNAM, donde cursaron Derecho. Aunque el presidente Peña Nieto dijo en público que la responsabilidad de Meade con el presupuesto era lograr que el gobierno y no los ciudadanos se apretaran el cinturón, la verdad es que el nuevo secretario no ha tenido tiempo para hacer ningún cambio a los documentos presentados al Congreso. El Presupuesto 2017 será todavía obra de Videgaray y su equipo.
Meade no necesitaba mucha preparación para llegar a la Secretaría de Hacienda. No solo ya fue secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón, sino que además fue subsecretario al mando de Agustín Carstens y ha tenido una larga carrera en la secretaría y en otras instituciones del sector financiero. Al designarlo como titular de Hacienda, el presidente garantizó que la renuncia de Videgaray no generará incertidumbre en los círculos financieros.
Responsabilidad
El nuevo secretario tendrá varias ventajas sobre su predecesor. Podrá negociar con la oposición con mucha mayor facilidad porque no estará marcado por la polémica de la visita de Donald Trump. Su trato con los partidos de oposición siempre ha sido bueno, tanto desde un gobierno panista como desde uno priista.
Meade, de hecho, no es miembro de ningún partido. Esto es importante. No se afilió al PAN cuando trabajó para gobiernos panistas ni al PRI ahora. Por otra parte, ha presentado declaraciones patrimoniales durante los muchos años que ha sido servidor público, por lo que dice que no tendría problemas con presentar su declaración 3de3.
Los retos que enfrentará el nuevo secretario son, sin embargo, enormes. Se acercan tiempos electorales en que los gobiernos tradicionalmente han incrementado el gasto. Pero Meade sabe que tiene que reducir el déficit de presupuesto y la deuda del gobierno, porque de otra manera el país podría caer nuevamente en una crisis económica. Evitarla será su principal responsabilidad.