VIOLENCIA Y DOPAMINA

Todo lo que implique conflicto nos atrae, siempre y cuando no estemos inmersos en él.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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Aquí yace la guerra, no la despiertes.

Santiago Mutis

Una de las premisas que le achacan al pobre de Aristóteles es que el hombre es un animal de costumbres. Y aunque él se refiere a un animal racional, no está tan lejos de ser cierto. Veamos un poco de qué se trata.

Tenemos, como especie, un ritual. Siempre el mismo: desde que abrimos los ojos nos levantamos de la misma manera una y otra vez, nos lavamos la boca igual que el día anterior y nos bañamos y nos vestimos en el mismo orden. Si no me crees haz una reflexión de cómo es tu día.

La televisión y las redes sociales no escapan a esta premisa. ¿Pero qué hace que la tele nos siga llamando la atención? Hay muchos estudios al respecto. Yo solo haré referencia a uno: todo lo que implique conflicto nos atrae (siempre y cuando no estemos inmersos en él). Es parte de nuestra condición. Un partido de fut, lo mismo que una novela, un noticiero y una mesa de debate: si hay conflicto nos llama la atención. Y es que sicológicamente cuando vemos algo así nuestro cuerpo genera una hormona llamada “hormona de la felicidad” o dopamina. Eso no nos hace malos, así que si vemos a un león persiguiendo a su presa y la alcanza, mucho mejor, el cerebro manda una señal que nos causa placer y nos acostumbramos a ello.

¿No les ha pasado que después de hacer ejercicio sienten una pequeña “felicidad”? Es producida por el mismo neurotransmisor.

La violencia es intrínseca al ser humano, así que mientras más sangre, mejor. Un argumento que mueve a los noticieros es “ una mala noticia es una buena noticia, porque genera audiencia”. Nada más cierto. Y si estamos sobreestimulados por series o documentales violentos, mejor. Ah, pero si hay una escena de sexo a las tres de la tarde nos espanta.

Yo también diría que el humano es un animal de contradicciones.

De apellido Cabret (2)

Cuando Tristán despertó había pasado una semana. En la comisaría lo creyeron muerto pero una monja lo recogió y lo llevó a su asiló, lo escondió y curó lo mejor que pudo. Él volteó a verla, incrédulo. ¿Cómo fue que le pasó esto?

Ella, una joven hermana, estaba limpiando la herida de la cabeza.

—¿Qué demonios pasó?

—Los jóvenes que te atacaron te iban buscando porque dijeron que ibas a matar a su líder. Corrieron. No los viste venir porque ellos viven en la sombra.

Con el tiempo Tris pudo volver a caminar. Ahora él podría vivir también en la sombra.