VENTANEANDO

Hoy es, sin dudarlo, el programa de espectáculos más visto en la República Mexicana.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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La verdad no es solo más extraña que la ficción, también es más interesante.

William Randolph Hearst

Hoy se cumplen 25 años de un programa emblemático en la televisión mexicana: Ventaneando. Aunque su planilla original ya no es la misma y el sentir del programa ha cambiado mucho, lo que es innegable es la permanencia en el gusto del público.

De sus conductores originales solo quedan Pati Chapoy y Pedrito Sola, pero por este formato han desfilado personalidades como Juan José Origel, Álvaro Cueva y Mónica Garza, por mencionar algunos.

Con una idea original de Carmen Armendáriz, mantiene el nombre con que lo bautizó la misma Chapoy: hoy la palabra Ventaneando la usa el común de la gente para hacer referencia al acto de descubrir, desnudar una verdad, acusar, encontrar…

En un principio la crítica que se hacía era a los programas de televisión pero como todo programa en evolución se abrió a otros mercados y hoy es, sin dudarlo, el programa de espectáculos más visto en la República Mexicana. Bien por ellos, que han sabido mantenerse.

Así, han tenido un sinnúmero de grandes estrellas en el estudio para entrevistarlas y entre ellas destacan Verónica Castro, el fallecido Jacobo Zabludovsky, Angélica Aragón, Armando Manzanero, etcétera.

Tiene aproximadamente la friolera de seis mil 264 capítulos y es por mucho el programa que más ha durado con el formato de gossip show; o sea, un programa de chismes.

Su fórmula es combinar historias con las ocurrencias de sus conductores que, al presentarse en un programa en vivo, muy a menudo cometen imprudencias, lo cual resulta muy atractivo para la audiencia.

Felicidades por este gran logro.

Pedrito Sola (ficción)

Tristán venía por el Periférico cuando notó que un coche blanco sin placas iba a exceso de velocidad. Lo siguió muy de cerca para ver qué pasaba. En el interior había cuatro sujetos mal encarados. Subieron por el segundo piso rumbo a Santa Fe y fueron a parar a un barrio cerca de la Supervía.

Tristán detuvo el auto a unos 100 metros y vio cómo bajaban de la cajuela al buen Pedrito Sola (Tris no sabría quién era hasta que lo rescató).

Bajó de la unidad, desenfundó sus dos pistolas y se acercó a los maleantes, que al verlo soltaron el cuerpo de Pedrito al piso.

Uno de ellos sacó un arma pero Tris fue más rápido y dio su certero balazo en medio de la cejas del tipejo.

Los otros al ver eso comenzaron a correr pero Tris acabó con ellos en un santiamén. Desató a Pedrito que, agradecido, lloraba como Magdalena (nada que ver con el panecillo). Tuvieron que ir a la delegación a hacer el papeleo por los cuatro cadáveres.