En el arte, como en el amor, el instinto es suficiente.
En 2018 salió a la pantalla la película Mi obra maestra, escrita por Andrés Dupart, dirigida por Gastón Dupart y protagonizada por Guillermo Francella, un actor de cine, teatro y televisión, quien trabajó en la cinta ganadora del Oscar El secreto de sus ojos. Aunque no soy un fan de las puestas en escena de los argentinos, la vi un poco con recelo. Me equivoqué.
Se trata de una cinta que habla del amor fraterno entre dos amigos. La historia gira en torno de una galerista de arte en el centro de Buenos Aires y un pintor en plena decadencia. Renzo, quien odia el contacto social, está en la crisis más profunda de su arte, no porque sea malo sino por las actitudes autodestructivas que tiene.
Una comedia negra que obtuvo una calificación de 63 sobre 100 (por cierto, los argentinos tienen el ego tan grande que para su audiencia a la peli le fue bastante bien). Algunas de las locaciones de Buenos Aires son espectaculares. La música ayuda, sin ser la protagonista, pero pasa sin pena ni gloria.
La puesta en escena corre bastante bien, con momentos geniales. La historia, aunque predecible, resulta con un giro de tuerca interesante para el final de la obra.
El filme me lleva a la siguiente reflexión: mientras en parte de Latinoamérica se hacen propuestas diferentes, aquí en México seguimos con los famosos chick flick (no es que tenga algo en contra de este pinche subgénero de mierda, pero creo que tenemos muchas más historias que contar).
¿No será que dentro de la pandemia nos dormimos en nuestros laureles, cuando en el siglo XX éramos punta de lanza en cuanto al quehacer cinematográfico?
La película se puede encontrar en Netflix.
El romance
A Tristán lo invitaron a ver una película mexicana romántica. A él, la mera verdad, le cagaban estas cintas pero no pudo decir que no.
La mujer había hecho palomitas y puso un par de botellas de vino. Tris, que solo tomaba Boing de guayaba, pidió agua nada más.
Desde que entró en la habitación, que olía a rosas, supo cuáles eran las intenciones de la fémina. Se hizo bien pendejo y prendió la tele.