LOS EUROPEOS

“Es un almanaque de información: en cada página hay un dato relevante”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en el que el libro habla y el alma contesta.

Hace un par de semanas, a petición de mi amigo y editor Jaime Aljure, hice una nota respecto de la cantante y compositora Pauline García —después Viardot, pareja del escritor Iván Turguénev, quien fuera su amante en las narices de su marido— y Luis Viardot, un crítico de arte que le llevaba 30 años a su mujer. En esta ocasión leí Los europeos, un texto que habla sobre esta misma historia y de cómo el ferrocarril influyó en sus vidas.
Es un libro vertiginoso con tantas referencias bibliográficas que sus pies de página ocupan más de 100 cuartillas. Es ligero en su lectura pero no en la complejidad de datos que arroja a lo largo de sus páginas (yo que pensé que era de los pocos amantes del dato inútil).

Habla de la historia de los ferrocarriles y su importancia para el desarrollo de la literatura, la pintura, el arte y la ópera, con la que Pauline y Luis se hicieron multimillonarios.
Es un almanaque de información. En cada página hay un dato relevante. Los personajes son altamente conocidos y entre ellos destacan George Sand —amiga de Pauline y quien la acogió como su hija—, músicos como Lizt y Chopin, escritores como Alejandro Dumas y pintores de la talla de Delacroix. En fin, muchos, pero muchos datos.
Comienza con una explicación de cómo el ferrocarril ayudó a reducir de manera significativa los tiempos de traslado entre una ciudad y otra.
Un coche jalado por caballos corría en promedio unos 20 kilómetros por hora más las paradas obligadas, por lo que un trayecto de 100 kilómetros podía tardar entre doce y 24 horas. El primer ferrocarril tenía una velocidad promedio de 30 kilómetros por hora, o sea tres cuartas partes del tiempo en comparación con el otro medio de transporte.
Viardot aprovechó como muchos otros este medio para llevar a su mujer hasta Rusia para cantar sobre todo la música de Rossini.
Por cierto, se afirmaba que era la mujer más fea del mundo. El conde Karl Nesselrode dijo de ella: “Espléndidamente fea pero con una voz mezzosoprano maravillosa”. Para la época a las mujeres solo se les consideraba como soprano. De hecho la obra El barbero de Sevilla, con la que ella triunfó en San Petersburgo en el papel de Rosina, estaba compuesta por Rossini para contralto y hoy todas la cantan en mezzosoprano.
Haré otras entregas. Realmente vale mucho la pena el libro escrito por Orlando Figes, de Editorial Taurus.
La fea
Cuando Tristán encontró al asesino de la famosa cantante de ópera y lo atrapó, a la hora de hacer la entrevista le preguntó el porqué la mató. El asesino confesó que no la conocía pero la vio salir de Bellas Artes camino a la calle Tacuba con un grupo de actores y al verla tuvo una iluminación divina: su voz interior le dijo que la matara por ser tan fea (ninguno de los compañeros cantantes la ayudó).
Añadió que no resistió la tentación de ahorcarla y que le estaba haciendo un favor a la humanidad:
—Era espléndidamente fea. Es más: era tan fea que al verla mis ojos y mi mente no la soportaron. Tenía que acabar con esa cosa de dos patas.