Los apellidos famosos, en lugar de enaltecer, rebajan a quienes no saben llevarlos.
François de la Rochefoucauld
El origen de los apellidos, según algunos antropólogos sociales, es muy simple. Resulta que, al principio, los humanos eran nombrados por su nombre solamente pero conforme creció la población era muy difícil diferenciarlos.
Por ejemplo, en una población con 15 Samueles para poder hacer la distinción empezaron a ponerles parte de donde vivían o alguna característica que los diferenciara. Entonces comenzaron a decir Samuel el de la Colina, porque vivía en la colina; o Samuel el del Río, o Samuel el de la Calle. Bastante lógico el asunto.
Luego se dio el caso de usar los patronímicos, que no es otra cosa que el nombre alargado para hacer la misma diferencia. De Gonzalo se desprendió González; de Pedro, Pérez. Todos los apellidos occidentales que terminan en ez, quieren decir que era el hijo de Pedro o Gonzalo. Lo mismo pasa con los germanos. Por ejemplo, el apellido Johanson y todas las terminaciones en “son” quiere decir que es o era hijo de John. Hay muchos ejemplos de esto, seguro conocemos a más de uno. En el caso de México el origen de casi todos los apellidos proviene de raíces españolas en el periodo colonial, aunque hay excepciones por regiones: en Tlaxcala muchos habitantes tienen apellidos tlaxcaltecas (que los españoles respetaron por la ayuda que les dieron para conquistar a los aztecas), como Xochitiotzin.
También tiene que ver el origen y la posición social como Marqués o Duque, que generalmente por costumbre se heredan por vía paterna, por lo que su frecuencia aumenta o disminuye en gran medida por el número de descendientes hombres. Aunque ahora, con más equidad hacia las mujeres, ellas empiezan a ganar terreno. Un ejemplo es el apellido Kalho. En la próxima entrega hablaré un poco de esto y sus implicaciones sociales. En realidad el primer apellido que apareció lo puso Dios a Adán cuando desobedeció a instancias de Eva. Dios lo expulsó del paraíso y le dijo “de ahora en adelante perecerás” (Pérez serás). Carnales
Cuando fueron a registrar al pequeño Tristán su madre no se fijó y en vez de ponerle el apellido paterno correcto cometió un pequeño error ortográfico. El joven del registro le agregó una “r”, dejándolo en Carnales, y no se dieron cuenta hasta que entró al kínder. De ahí que toda su vida lo persiguió la mala ortografía. A su padre le causaba mucha risa, así que se lo dejaron. Nota El viernes 14 de agosto desapareció la muñeca Anabelle del museo de los Warren. Yo en entregas pasadas hablé de estos personajes. Aunque se dice que fue una noticia falsa, lo cierto es que puede ser un buen truco mercadológico para la siguiente película: El conjuro 3.