Hay peores cárceles que las palabras.
Carlos Ruiz Zafón
Una de las cárceles más representativas del siglo XX es Lecumberri, la cual abrió sus puertas (o mejor dicho, cerró) el 29 de septiembre de 1900 bajo el régimen del general Porfirio Díaz para conmemorar los 100 años de la Independencia de México.
Fue la penitenciaría más moderna de su época y sirvió hasta 1976, cuando fue cerrada (mejor dicho, abierta) y convertida en el Archivo General de la Nación.
El proyecto estuvo a cargo de los ingenieros Antonio Torres Torija, Antoni M. Anza y Miguel Quintana, quienes se basaron en la arquitectura de Lorenzo de la Hidalga.
Tiene una rotonda o cuerpo principal destinado a la vigilancia radial y galerías de forma estrellada que convergen en el espacio central, donde hay en medio una torre de 35 metros de altura para los vigilantes. Tardaron cinco años en su construcción y el primer director fue el jurista Miguel Macedo.
El 22 de febrero de 1913, en las afueras de Lecumberri, fueron asesinados a manos del chacal Victoriano Huerta el expresidente Francisco Ignacio Madero y su vicepresidente, José María Pino Suárez.
Al principio el complejo se destinó para alojar a 800 varones, 180 mujeres y 40 menores. Tenía 804 celdas, enfermería, cocina, panadería, un área de gobierno, sección de servicio médico y salas de espera.
Casi todas las celdas tenían un solo preso, con cama y servicio sanitario. En cada una existía una celda de castigo con puertas sólidas y una pequeña mirilla.
En 1908 se dio un permiso para ampliar la construcción a una capacidad de 996 reos. Para 1971 la población era de aproximadamente tres mil 800 internos.
Entre sus distinguidos ocupantes encontramos a José Agustín, William Burroughs, Valentín Campa, Goyo Cárdenas (el estrangulador de Tacubaya), Heberto Castillo, Juan Gabriel (Alberto Aguilera), Ramón Mercader (asesino de Trotsky), Álvaro Mutis, José Revueltas, David Alfaro Siqueiros, PanchoVilla y muchos más.
En sus 76 años de vida hubo dos escapes, el de Alberto Sicilia Falcón, quien hizo un túnel que cruzaba la avenida Héroe de Nacozari, y el de Dwight Worker, un narcotraficante gringo de cocaína que con la ayuda de su esposa y disfrazado de mujer logró salir. Hay un libro que publicó titulado Escape, donde narra sus experiencias.
Cabe señalar que equivocadamente se habla de la huida de Joel David Kaplan en compañía de Carlos Contreras Castro, quienes habrían usado una helicóptero para fugarse de ahí el 18 de agosto de 1971: en realidad escaparon de Santa Martha Acatitla. Luego haré otra entrega de este famoso caso.
Hoy el Archivo General de la Nación se puede visitar y sus puertas están más que abiertas.
Archivo secreto
Tris se puso a investigar un caso que le llamaba la atención. Era el del asesino llamado Dante, quien ocasionalmente mataba a sus víctimas con un picahielo, dejándolas prácticamente como coladeras.
Llegó temprano al archivo y habló con la directora para pedir ayuda. Encontró un par de periódicos que en su sección de nota roja de 1935 hablaban del caso. Muy escuetos, solo afirmaban que Dante era un enfermo mental que acabó en La Castañeda (el manicomio de la época de Porfirio Diaz). No había mayor información.
A Dante solo le pudieron demostrar dos asesinatos. Tris buscó luego en el archivo de la policía pero no dio con más detalles. Como era un caso cerrado, nunca se supo dónde quedó él. Pero con el tiempo Tris volvería a saber de este asesino.