KOSAKI

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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¿Qué es una cinta negra? Una cinta blanca que no se dio por vencida.

Es curioso cómo algunos deportes del siglo XX parecieran estar destinados solo a los hombres. En un principio la propia palabra “deporte” era exclusivamente para el sexo masculino: sus orígenes, según algunos sociólogos y antropólogos, nos refieren a los juegos que se practicaban en los puertos, donde los marineros tenían que pasar horas varados, ya sea cargando o descargando materiales o combustible o en alguna reparación de las naves. Por deporte, de puerto.
Para 1933 una joven de 26 años llamada Katsuko Kosaki fue la primera mujer en obtener una cinta negra en judo. Su padre, que trabajaba de académico, llevaba constantemente a su hija a las librerías. Ahí Katsuko encontró un libro sobre este arte marcial milenario y comenzó su adoración por esta práctica.
Terminada la preparatoria sus padres insistían en que se desposara pero ella lo que anhelaba era practicar judo.
Conoció a Yomeda, quien sería durante dos años su sensei. Con el tiempo Katsuko le escribió a sensei Tobari para ser su alumna.

El sensei Tobari tenía un compañero, el sensei Kano Jigoro, un destacado integrante del Kodokan y escritor del libro Judo Daigaku. Este último a menudo escogía a Katsuko como pareja para ejecutar algunos ejercicios en seminarios.
En 1932 Katsuko se enfrentó a tres varones para obtener su grado de cinta negra primer dan, venciéndolos a todos. En 1933 el Kodokan le otorgó su cinta.

Con el tiempo ella abrió su dojo. Hay una película y varios programas de tele inspirados en su vida.
El judoka
Tristán entró en el dojo donde se encontraba el judoka Carlos Marín. Era famoso porque, aunque de pequeña estatura, lograba vencer a sus oponentes derribándolos y aplicándoles sendas llaves que los inmovilizaban. Tristán se quitó los zapatos y entró al tatami.

Carlos le hizo una seña para que se acercara. Sabía que alguien lo había visto asesinando a su mujer y Tris venía por él, pero antes lo tendría que vencer.

Tris hizo el saludo al dojo y antes de comenzar sacó su pequeño revólver 38 y lo puso en el piso, igual que la Glock de su pantorrilla.

Se acercó lo suficiente para propinarle una patada de giro en la cabeza que derribó fácilmente a su oponente. Le rompió la madre de un solo golpe y posteriormente puso las esposas en las muñecas del judoka. Lo llevó a la comisaría; fue más fácil de lo que imaginó.

Uno de los orígenes del TKD proviene de la ceremonia del té que otorga los danes (grados de colores) y que proviene del judo.