Un prisionero es un predicador de la libertad.
Friedrich Hebbel
Joel David Kaplan y su compañero de celda, Carlos Antonio Contreras Castro, lograron evadir a la justicia mexicana en un helicóptero cuando escaparon de la cárcel de Santa Martha Acatitla en los setenta.
A Kaplan lo sentenciaron y mandaron a prisión acusado de matar a su socio comercial, Luis Melchor Vidal. Desde que entró tuvo muchos intentos de fuga sin ningún éxito, hasta que lo logró a bordo de un helicóptero pintado de azul como los de la policía de aquella época.
Los guardias de la prisión de Santa Martha, en la Ciudad de México, fueron engañados y creyeron que la nave pertenecía al entonces fiscal general mexicano, Julio Sánchez Vargas. Los custodios pensaron que venía el fiscal y saludaron según el protocolo. El relato histórico dice que se dieron cuenta de su error cuando vieron a Kaplan a bordo.
La esposa de Kaplan contrató al conocido contrabandista californiano Víctor E. Stadter para planificar la estrategia. Luego contrató al veterano de guerra Roger Hershner para pilotear el helicóptero. El piloto se dirigió a Texas con los evadidos y, curiosamente, a pesar de traer a dos presos y ayudarlos a escapar de la cárcel mexicana, lo dejaron aterrizar.
En Estados Unidos dieron su versión y dijeron, en el diario The New York Times, que el FBI no buscó a Kaplan porque había una laguna en la ley mexicana en ese entonces, la cual decía que escapar de una prisión era solo delito si se usaba violencia.
Stadter, el cerebro de la operación, afirmó que como no hubo violencia en el escape no hubo nada ilegal.
Kaplan, quien sostuvo su inocencia con respecto del asesinato y su condena, murió en libertad en Miami en 1988. El excombatiente de Vietnam y piloto Hershner murió en un accidente de helicóptero en 2014, mientras trabajaba para el servicio forestal de EU.
Se estima que el costo del rescate fue de unos 50 mil dólares. Esto no se sabe si incluía el pago total de los rescatistas de Kaplan.
La historia se publicó en el libro Fuga en diez segundos: la huida de Joel David Kaplan, escrito por Eliot Asinof, Warren Hinckle y William Turner (no es el de los Piratas del Caribe).
Hay también un par de películas. La primera la realizó el actor Charles Cabronson, perdón, Bronson en 1975.
La fuga
Tristán se encontraba en el reclusorio de Santa Martha Acatitla interrogando a El Zopilote alado verde por una investigación pendiente respecto de la muerte en extrañas circunstancias de su madre.
Cuando salió escuchó el rotor de una nave que venía del ala poniente. Alcanzó a verla; parecía que era de la policía pero notó que le faltaban unos escudos y el color era más suave. Oyó cómo se posaba en el patio central y empezó a escuchar disparos.
En la radio que traía en el cinturón logró oír que unos presos al mejor estilo de Kaplan pretendían huir. Él, quien sabía la historia porque su papá se la contó cuando era chico, sacó su Glock de 9 milímetros y esperó a que el helicóptero subiera del edificio. Apuntó a una de las hélices y le disparó sin errar el tiro. El helicóptero se fue a desplomar en un terreno vacío y aledaño a la prisión. Nadie vio a Tris accionar el arma, así que subió a su coche y se marchó. No tendría que molestarse con el papeleo.
Todos los integrantes murieron aplastados, dijo el informe. Lo único que quedó en entredicho fue la bala incrustada en la hélice, ya que los custodios usaban rifles de alto calibre. Los dos prófugos eran acusados de asesinato en primer grado; el piloto resultó ser otra fichita.