No saber lo que ha ocurrido antes de que uno naciera es ser siempre niño.
Cicerón
Llegó a mis manos un pequeño gran libro titulado El que no espera vencer, ya está vencido, del escritor Iván López Gallo. Digo un pequeño gran libro porque en apenas 138 páginas revisa algunos de los pasajes más extraños y bizarros del México de la Independencia, de la Reforma y otros tópicos que han sido mitificados por la historia.
Esto incluye a personajes como Guillermo Prieto, Santa Anna, Benito Juárez, Felipe Santiago Xicoténcatl y Carlos Fuero, entre otros. Este último con una historia que dio pie al famoso “fuero” de los políticos y que no se los voy a spoilear para que lo lean.
En breves síntesis logra captar la atención por el sinnúmero de hechos que han pasado un tanto desapercibidos para los grandes historiadores mexicanos.
Con rigor académico y buena investigación nada está fuera de su lugar; lo que cuenta lo hace bien y de manera sucinta, cosa rara en los libros de historia.
Es como una montaña rusa porque no tiene un orden cronológico: lo mismo habla de los terremotos que del famoso cantante de ópera y médico Alfonso Ortiz Tirado; o cómo conoció Benito Juárez a Melchor Ocampo en Nueva Orleans cuando los dos fueron desterrados por el general Santa Anna y don Benito le regaló un puro de los que él forjaba para poder subsistir.
En fin, un pequeño gran logro. Lo único que sería reprochable, si es que lo hay, es justamente que no haya una línea cronológica. Felicidades por este trabajo. Lo pueden encontrar con el mismo autor —les dejo sus redes por si les interesa: @IvanLopezGallo.
El puro
Tristán no tomaba ni fumaba. Pero un compañero suyo de la policía tuvo un bebé y fueron a celebrar a Mi oficina, una cantina por el rumbo de Patriotismo.
Sirvieron sendos tequilas y Tris aceptó uno. Su compañero, al que apodaban El Rata y de nombre Rodolfo Carmona Calderón, le dio un habano. Se lo puso en la boca y lo prendió.
El pobre Tris, quien solo había tomado un trago de su bebida, sintió el jalón del puro y comenzó a toser cual EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica).
Al final acabó “cantando Oaxaca” los tacos de suadero que había comido. Juró nunca más prender un puro. ¡Y menos con tequila!