Los monstruos son reales; los fantasmas son reales también, viven dentro de nosotros y a veces ellos ganan.
Stephen King
¿Qué tienen en común los libros Psicosis, de Robert Bloch, de 1959; Masacre en Texas, de Tobe Hooper, de 1974; y El silencio de los inocentes, de Thomas Harris, de 1991? La respuesta es muy sencilla: todos se basan en hechos reales y tienen como personaje principal a Edward Theodore Gein.
Corría el año de 1957 en el condado de Plainfield, Wisconsin, cuando las autoridades locales descubrieron sin querer que en algunos de los cementerios de por ahí se habían estado exhumando cadáveres, sobre todo de mujeres.
Fue un poco más tarde ese mismo año cuando —una vez más por casualidad— dieron con el asesino que había matado a Berenice Worden, dueña de una ferretería y quien desapareció el 17 de noviembre. Alguien vio en el lugar a Ed Gein.
La policía entró en la casa de Ed y descubrió el cuerpo de Worden decapitado, desnudo, colgado de los tobillos, abierto del torso y eviscerado.
También había en la macabra casa restos de cráneos en forma de tazones y ceniceros; lámparas y asientos realizados de piel humana; un cinturón con pezones; una caja de zapatos con nueve vulvas y los órganos de Berenice en el refrigerador.
Cuando interrogaron a Ed admitió que había profanado las tumbas de mujeres fallecidas, ya que constantemente leía los obituarios en los periódicos, robaba sus cuerpos, que movía en su camioneta Ford 49.
Admitió también haber asesinado a Mary Hogan años antes. Este asesinato nunca fue probado. Él afirmó que no hizo canibalismo, ni violó a ninguno de los cuerpos, ya que según sus propias palabras olían muy mal.
Fue hijo de un padre alcohólico y una madre con profundas y distorsionadas ideas religiosas (de nombre Augusta) que la llevaron a despreciar a los hombres y considerar a la mujeres como la fuente de todos los pecados. Los personajes de Norman Bates, Leatherface y Búfalo Bill están inspirados en Ed.
Recordemos que Norman tiene un complejo edípico que lo lleva a matar a su madre, además de dejarla momificada en su cuarto; Leatherface usa una máscara hecha de piel humana; y Búfalo Bill se quiere hacer un traje con piel de mujeres.
Mientras Gein estaba en prisión su casa fue quemada y su camioneta subastada; el comprador hizo un negociazo llevándola de tour por varias ciudades y cobrando para ver el interior, que tenía manchas de sangre falsas.
Ed fue declarado en un principio no apto para ser juzgado y lo llevaron a un centro de salud mental; y aunque en 1968 finalmente se le juzgó y declaró culpable por la muerte de Worden, lo encontraron legalmente loco y lo mandaron a un hospital siquiátrico.
Murió de insuficiencia respiratoria, a los 77 años, el 26 de julio de 1984. Está enterrado en la tumba familiar de Plainfield, donde alguien borró su nombre de la tumba. Hay una fotografía de su lápida cuando se podía aún apreciar el nombre, la fecha de nacimiento y muerte: si uno mira de cerca la foto se ve “el número de la bestia”, 666, que fue tallado sobre la piedra.
Como sea, el tipo dio pie —entre muchos otros asesinos— años después en el centro Quantum para abrir el departamento sobre comportamiento humano y comenzar la investigación de lo que ahora conocemos con el término de asesinos seriales, aunque según yo estos necesitan matar por lo menos a tres personas y a Ed solo se le comprobó una muerte. Muchos cuerpos mutilados, pero no los mató.
El cementerio
Tris andaba tras la pista de un asaltatumbas por el lado de Texcoco. Encontró a un médico medio loco, quien le informó que estaba haciendo experimentos con cuerpos de mujeres; le comentó incluso que le estaba siendo muy difícil encontrarlos en buenas condiciones, por lo que decidió que si quería tener éxito muy al estilo de Mary Shelley tenía que conseguir cuerpos frescos. Así que comenzó a matar mujeres.
Al principio Tris no le creyó nada. ¿Cómo este doctor podía admitir sin pena ni gloria que mataba mujeres? Porque decía que tenía la solución para revivir muertos.
Tris le pidió que le diera pruebas. El galeno de la facultad de medicina de la UNAM y de nombre Hernán Q lo invitó a su casa. Al llegar Tris no dio crédito a lo que vio: había en la sala unas 20 mujeres apiladas y mutiladas y con un fuerte hedor. Tanto, que Tris tuvo que taparse la boca.
Luego lo pasó a una especie de laboratorio en pleno comedor. Ahí había una mujer hecha con diferentes partes de cuerpos. El doctor muy ufano le dijo:
—Estoy a punto de poderla revivir.
Tris no lo esposó. Se lo llevó a la comisaría para que diera su declaración. En la casa encontraron mutilados más de 50 cuerpos.