La reaprehensión en la comunidad de San Simón, municipio de Choix, Sinaloa, de Rafael Caro Quintero y su eventual extradición a Estados Unidos para que se le procese por el asesinato de Enrique Camarena movió polvos de otros lodos.
No solo porque presumiblemente el presunto líder del Cártel de Guadalajara había vuelto a las andadas, sino porque recordó que previo a su primera captura su búsqueda afectó la imagen de Guillermo Cosío Vidaurri, entonces gobernador de Jalisco y tío de Sara Cosío, la mujer que entre comillas fue la causa de su aprehensión.
También se recordó la influencia que tenía en esa región y las relaciones que mantenía con políticos y empresarios. Sin dejar de lado la propuesta que realizó de pagar él solito la deuda externa del país si lo dejaban libre y, por supuesto, trasegando marihuana.
Los mitos y realidades que se tejieron en torno al rancho El Búfalo y su relación con Ernesto Fonseca don Neto y Miguel Ángel Félix Gallardo son parte ineludible de su historia.
Por supuesto, figuras como los hermanos Arellano Félix, Amado Carrillo Fuentes, Mayo Zambada, Joaquín el Chapo Guzmán y Héctor Luis Palma Salazar el Güero Palma también salieron a relucir como protagonistas de aquella época dorada del trasiego de la droga en la que surgieron, entre otros, los cárteles del Golfo y Sinaloa.
El recuento lleva a la actualización y la crónica en la que aparecen de manera obligada el general Jesús Gutiérrez Rebollo y el exgobernador de Quintana Roo Mario Villanueva, a quienes se ligó e incluso procesó por supuestos nexos con grupos del crimen organizado.
Obviamente sin dejar de lado el surgimiento de nuevos grupos y organizaciones como Los Zetas, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, el Cártel Jalisco y el Jalisco Nueva Generación, que diversificaron sus actividades ilícitas para abarcar desde extorsión, pasando por robo de combustibles, cobro de piso y secuestro, hasta tráfico de personas y trata de blancas.
Tampoco se puede ignorar la conformación de territorios como el Triángulo Dorado que forman Sinaloa, Chihuahua y Durango, en el que operó durante años el Chapo Guzmán.
Y por supuesto, la profesión de la fe centrada primordialmente en Jesús Malverde y la Santa Muerte como protectoras de los integrantes del crimen organizado.
Reto
En suma, un horizonte que permite apreciar la existencia de una hidra de mil cabezas que pese a la captura y procesamiento de varias de sus principales ramificaciones subsiste y, lejos de apuntar hacia su extinción, se fortalece.
Caro Quintero fue recluido en el penal de alta seguridad El Altiplano a la espera de su extradición a Estados Unidos o enfrentar un proceso legal en México. Sin embargo, la decisión del juez séptimo de distrito de amparo en materia penal en Jalisco que antepone la decisión de realizar un juicio de extradición abrió la puerta a un proceso que permitirá a la 4T enviar un mensaje de cero impunidad a los grupos del crimen organizado.
Por lo que hace a la eventual participación de la agencia antidrogas en la reaprehensión de Caro Quintero el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó en claro que la DEA no tomó parte de manera directa en el operativo, al tiempo que lamentó el deceso de 14 elementos la Marina que viajaban en el helicóptero que sufrió un percance durante su trayecto y quienes habrían participado en el operativo de captura.
Sin embargo, lo que queda claro en el horizonte es que ni siquiera los pretendidos especialistas en materia de seguridad pueden presentar un diagnóstico que contemple todas las ramificaciones de los grupos del crimen organizado o mida con claridad el caudal de recursos financieros y bélicos con que cuentan.
Mucho menos el número de sus integrantes, lo cual representa uno de los grandes retos no solo de las fuerzas del orden y los gobiernos estatales, sino de un amplio conglomerado de instituciones.
La hidra de mil cabezas que representan los grupos del crimen organizado en el país, desafortunadamente a pesar de la reaprehensión de Rafael Caro Quintero está ahí… y ha diversificado sus actividades.