INDUDABLE LEGADO: BOB DYLAN CUMPLE 80 AÑOS

Pablo Reyes
Columnas
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El legado de Bob Dylan es indudable. A sus 80 años continúa vigente y en los corazones de fanáticos de la música de múltiples generaciones: en su octogésimo cumpleaños el lunes 24 de mayo el mundo celebró la vida y carrera del cantautor estadunidense.

Un sinnúmero de medios especializados cubrieron la noticia de la celebración. Entre ellos la BBC puso a disponibilidad del usuario una larga y exhaustiva lista de los “80 datos secretos” de la carrera de Bob Dylan. El más obvio nos recuerda que no es su nombre de nacimiento: Robert Allen Zimmerman tomó el seudónimo en honor de su admirado poeta Dylan Thomas.

Zimmerman, quien ha vendido más de 125 millones de álbumes en todo el mundo, curiosamente nunca ha tenido un sencillo número uno en Reino Unido o en Estados Unidos a pesar de su éxito e impacto cultural.

Según Dylan su trabajo más honesto y directo es la letra de Like a Rolling Stone, de 1965. “Después de escribirla no me interesó escribir una novela o una obra de teatro; sabía que quería escribir canciones porque era una categoría completamente nueva”, señaló el artista en entrevista para la televisión estadunidense.

Y es que este sencillo, uno de los más decisivos en la carrera de Dylan, cuenta con una letra aparentemente dirigida a una “socialité” adinerada, sin nombre, que de repente se ve privada de dinero y privilegios. Pero como una cuestión de instinto lo que todavía se escucha en esa canción es un mensaje de alguien en medio de la edad adulta temprana que se pregunta cómo sobrevivir en ese momento de la vida. La mejor manera de existir cuando se es joven, parece insistir Dylan, es estando inquieto, liviano con el equipaje y desdeñoso de las convenciones o reglas, reconciliado, como dice Like a Rolling Stone, con no tener rumbo a casa.

A sus 80 años la música que hace ahora, o al menos lo que escuchamos más recientemente en el muy buen álbum del año pasado Rough and Rowdy Ways, tiene una relación bastante diferente con el hogar, la historia y la carga que acumulamos mientras vivimos. A diferencia de muchos músicos Dylan no trata de negar el paso de los años sino que los abraza por completo, algo claro tanto en sus palabras como en la voz ronca y bien vivida con que las canta.

Clave

Las canciones de Dylan ahora nos recuerdan que el pasado es ineludible y que la edad y la experiencia deben tratarse con el mayor respeto. Y al hacerlo capturan un entendimiento que seguramente se asentará en nosotros a medida que envejecemos: que pocas cosas son nuevas de alguna manera y si queremos comenzar a comprender lo que sucede debemos mirar hacia atrás.

Así es crecer y vivir a la par de un compositor contemporáneo, incluso si —como en mi caso— tienes 30 años de retraso. Y es que una de las muchas cosas que siempre lo han distinguido de la mayoría de los otros compositores es su conciencia sobre la muerte, ese gran innombrable de la cultura pop y algo que claramente Dylan siente que no solamente debe ser aceptado sino explorado.

Las muchas canciones de Dylan que tratan de la mortalidad evocan la constante proximidad de la vida a ella, algo obvio en títulos como Knockin’ on Heaven’s Door, Not Dark Yet o Tryin’ to Get to Heaven. Dentro de sus letras se esconden verdades tan claras que a veces te dejan sin aliento: “El vacío es infinito, frío como el barro”; “Nos sentamos aquí varados, aunque todos estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para negarlo”. Las palabras pueden parecer sombrías pero ofrecen una especie de consuelo: después de todo la limitación más básica de la vida se aplica a todos: la muerte.

En todo caso la clave se puede encontrar en otra canción lanzada en 1965 y cantada en tonos irónicos, cansados y espectrales: It’s Alright, Ma (I’m Only Bleeding), cuya línea de cierre ofrece un consejo invaluable para cualquiera que se deje llevar por sí mismo o en peligro de afrontar los terrores y excesos del mundo y sucumbir a la desesperación: “Es vida y solo vida”. Larga vida, pues, a Bob Dylan.