Nuestro país atraviesa por momentos sociopolíticos de mucha incertidumbre, gracias en gran medida a las elecciones del 2 de junio en donde estarán en juego más de 20 mil cargos, incluyendo al más relevante, la Presidencia de la República, sin demeritar la Jefatura de la Ciudad de México, gubernaturas, diputaciones y senadurías.
En este marco político, ¿ya se dio cuenta usted de que dentro de todo este combo de elecciones en las que participarán millones de mexicanos ningún candidato habla de la importancia del deporte?
Se trata de algo muy delicado, porque hoy más que nunca, me atrevería a decir, nuestro México está cada vez más podrido en su sociedad, con un clima de violencia que recrudece casi a cada minuto.
Alguna vez mi señor padre, quien me inculcó el amor por el deporte, me dijo que un deportista más es un delincuente menos en la calle. ¡Y vaya que tiene razón!
El deporte, si bien no es la solución a los males de este país, es un ingrediente importantísimo para que las nuevas generaciones de mexicanos sanen y disciplinen su mente para encontrar un modo de vida que los aleje de esos entornos que fabrican perfectos maleantes.
Este punto de vista me lleva a compartirle un dato que se publicó en el marco del Día Internacional de la Juventud y es el siguiente: “En la actualidad 74% de los adolescentes en conflicto con la ley en México tuvieron contacto con grupos delictivos en sus comunidades”.
¡Vaya estadística! Esto se traduce en que “el crimen organizado en México involucra a la niñez mexicana entre los doce y 15 años de edad”, según un estudio de Reinserta, Organización No Gubernamental en la Ciudad de México, que se respaldó con información del INEGI y del Sistema Integral de Justicia Penal.
Prioridades
Sé que hay muchos motivos por los que un niño o una niña deciden salir a las calles a delinquir, pero creo que ante la delicada situación por la que atraviesan muchas de las familias vulnerables en México en términos de oportunidades de trabajo, los políticos candidatos a diferentes cargos deberían ser más conscientes y tener la capacidad de plantear en su cuaderno de prioridades una estrategia con base en el deporte social, para que con ello ayuden a que la niñez y juventud de nuestro país tengan más opciones de construir su camino; el del bien o el del mal.
Prescindir de la cultura del deporte en el México actual es ayudar a que la delincuencia crezca, a que los más jóvenes no atraviesen por un desarrollo integral, para después ser parte de la estadística delincuencial, que crece a paso firme.
Previo a las próximas elecciones, yo les diría a nuestros políticos que todavía están a tiempo de complementar su discurso con la importancia del deporte entre los mexicanos.
Hacer llegar ese mensaje puede impulsar a que el tejido social de este país poco a poco vaya sanando.