EL VOCHO

Para ti el vocho es un auto viejo; para mí, una historia sin fin.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
EL VOCHO
Foto: artzzz

Los mexicanos denominamos cariñosamente a este curioso automóvil como vocho, producto del nombre, probablemente porque en Europa durante las dos guerras mundiales los franceses llamaban a los alemanes boches y fue de ahí que adoptamos el apodo, aunque otra teoría afirma que nosotros normalmente contraemos los nombres para hacerlos más nuestros y así lo hicimos con el del Volkswagen.

Como sea, su historia es fascinante y se remonta a 1936, cuando realizó los primeros diseños un ingeniero checoslovaco llamado Hans Ledwinka. El primer modelo se llamó Tatra T87, muy parecido en forma al Volkswagen que conocemos.

Se dice que fue Ferdinand Porsche quien inspirado en el Tatra inventó el famoso vocho a pedido expreso de Adolfo Hitler, quien al igual que Ford quería tener un automóvil económico y de fácil mantenimiento, al que se denominó “el auto del pueblo”.

El T87 era un auto de lujo de ocho cilindros (V8) con el motor en la parte posterior, que fue sustituido por el T97 con un motor mucho más pequeño, de solo cuatro cilindros y con una potencia máxima de 130 kilómetros por hora.

Se dice que, bajo presión de Hitler, Porsche se fusiló parte de los conceptos que manejaba este carro. Ferdinand fue demandado y pidió ayuda al propio dictador. Hitler canceló el proceso cuando Checoslovaquia fue invadida por los pinches nazis. Pero después de terminada la guerra Tatra reabrió la demanda contra Volkswagen, ganando el pleito y con una indemnización de tres millones de marcos alemanes en 1961.

Fue el propio Porsche quien aceptó en los primeros episodios legales haber observado de vez en cuando sobre el hombro de su inventor. Si observamos los primeros automóviles veremos la clara influencia del Tatra en lo que sería “el carro del pueblo”.

El nombre que se eligió para el primer coche fue el de Kdf-Wagen (Kraft durch Freude), que en términos cristianos quiere decir “Fuerza a través de la alegría”. Con el tiempo se modificó quedando Volk (“pueblo”) y la W de Wagen (“coche”).

En esa época el dueño de la marca era el Frente Alemán del Trabajo. Esta se registró como V y W dentro de un círculo azul que realizó el artista gráfico Xaver Reimspiess. Pero un artista gráfico austriaco, Nikolai Borg, también reclamó el haberlo realizado. La corte de ese país lo rechazó en 2008.

Al vocho también se le denomina escarabajo por la forma parecida con este animal. La banda de los Beatles obtuvo el nombre del pequeño auto, aunque a la hora de imprimir el primer sencillo el editor cometió un error y cambió sin querer una de las letras.

Hoy ya no se fabrican los carros, pero un vocho de 1959 en perfectas condiciones puede llegar a costar unos 400 mil pesos, mientras que el modelo 70 anda sobre los 300 mil. Fue en 2003 que la fábrica alemana encargada de su producción anunció oficialmente que ya no harían más el icónico vehículo debido a que el número de ventas había caído estrepitosamente y la demanda era muy baja. Probablemente también influyó el hecho de que la misma compañía se canibalizó cuando construyó el Beetle en 1997, para 2001 sacó la versión convertible y fue hasta 2011 que produjo la segunda generación. Hoy existe en el mercado una nueva versión del vocho, mucho más parecida a los modelos antiguos, pero con toda la tecnología moderna. Se calcula que el precio en el mercado es de 12.5 millones de pesos mexicanos, una locura, pero hay quien afirma que el auto vale cada peso o dólar. Habrá que esperar a verlo.

En el cine este curioso automóvil ha sido protagonista de muchas películas, entre las que destacan Cupido motorizado, de 1968, con Herbie (que en realidad era un exboxeador con la nariz rota, que semejaba al auto con el mismo nombre) y su número 53, con todas sus sagas.

El vocho

Allá por la zona esmeralda, estacionado en una calle poco transitada, encontraron un vocho todo destartalado, pero en el interior del vehículo había dos decapitados. En la pequeña cajuela estaban las dos cabezas, que luego supieron eran de los cuerpos. No había ningún rastro de huellas, salvo por una cámara que Tris supo encontrar y revisarla. Así dio con una grúa que empujó el carro. No se veía la placa, pero vio bajar a dos sujetos con pasamontañas. Uno de ellos traía el brazo descubierto con un tatuaje que Tris reconoció. Era de una banda que años antes había desmantelado. El grabado era un canario Piolín. Sabía dónde buscarlos. Llegó con sus pistolas y un gran machete. Eran cuatro. Los agarró desprevenidos, les puso sendos balazos a los cuatro y luego los decapitó con el machete. La grúa la fue a dejar en el mismo lugar donde estaba el vocho, pero antes desactivó la cámara de seguridad.