El temblor que sacude el cuerpo de un enfermo de Parkinson es solo la punta del iceberg de una condición que merma la calidad de vida de miles de personas en México: esta enfermedad neurodegenerativa, que afecta el sistema nervioso central, se manifiesta a través de síntomas motores como temblores, rigidez, lentitud y trastornos de la marcha, pero también puede traer consigo complicaciones no motoras como depresión, ansiedad y problemas del sueño.
A pesar de los avances en la medicina, el Parkinson sigue siendo un desafío para pacientes y familiares.
En la búsqueda de soluciones para aliviar los síntomas del Parkinson la estimulación cerebral profunda (ECP) se posiciona como una alternativa prometedora. Esta técnica consiste en implantar un electrodo en una zona específica del cerebro y estimularla eléctricamente para mejorar el control motor.
Sin embargo, el alto costo de los electrodos, que puede alcanzar los 700 mil pesos, limita el acceso a esta terapia para la mayoría de los mexicanos que padecen esta enfermedad.
Ante esta problemática surge el trabajo del doctor Christopher René Torres San Miguel, investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien ha asumido el reto de fabricar electrodos ultradelgados de alta calidad a un costo accesible. Su labor, que se efectúa en la Sección de Estudios de Posgrado e Investigación (SEPI) de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), Unidad Zacatenco, representa una esperanza para hacer más accesible la ECP y mejorar la calidad de vida de los pacientes con Parkinson en México.
La indagación de este politécnico no solo se enfoca en el Parkinson, sino que también busca producir electrodos para otras afecciones neurológicas como la epilepsia, el dolor crónico y los trastornos siquiátricos.
Su enfoque multidisciplinario y su compromiso social lo han llevado a formar un equipo de trabajo sólido y a generar conocimiento de frontera en beneficio de los enfermos. Aquí exploraremos la importancia de la investigación del experto en Biomecánica, sus implicaciones sociales y el papel fundamental del IPN en la búsqueda de soluciones para el tratamiento del Parkinson en México.
Responsabilidad
La lucha contra el Parkinson ha sido una larga y ardua batalla. A lo largo de la historia se han propuesto diversos tratamientos para aliviar los síntomas de esta enfermedad, desde medicamentos hasta cirugías. Sin embargo, fue hasta finales del siglo XX que la estimulación cerebral profunda emergió como una alternativa prometedora.
Desarrollada en Grenoble, Francia, por los doctores Alim Louis Benabid y Pierre Pollak en 1987, la ECP revolucionó el tratamiento del Parkinson al ofrecer una forma de controlar los síntomas motores de manera más efectiva que las terapias tradicionales. A pesar de su eficacia, el alto costo de los electrodos utilizados en la ECP limita su acceso a una minoría privilegiada, dejando a miles de pacientes con Parkinson sin la posibilidad de mejorar su calidad de vida.
Frente a esta situación la investigación del científico se centra en la fabricación de electrodos que cumplan con los mismos estándares de calidad y funcionalidad que los dispositivos comerciales, pero a un precio significativamente menor. El innovador tecnológico destaca que el IPN, como institución pública de investigación, tiene la responsabilidad de generar conocimiento y tecnología que beneficien a la sociedad, especialmente a los grupos más vulnerables.
Es importante subrayar que los pulsos eléctricos juegan un papel fundamental en esta terapia, ya que favorecen la disminución de los movimientos involuntarios que afectan a las personas con Parkinson. El estimulador, similar a un marcapasos, crea un campo eléctrico que bloquea las señales eléctricas erráticas del cerebro, aliviando los temblores y otros signos asociados con los trastornos neurológicos.
Para garantizar la seguridad y eficacia de estos dispositivos, el doctor Torres San Miguel y su equipo trabajan en estrecha colaboración con expertos en neurología y neurocirugía, así como con otros investigadores y técnicos especializados en el desarrollo de dispositivos médicos. Esta colaboración multidisciplinaria es esencial para garantizar que los electrodos cumplan con las normas de calidad más estrictas y que su uso sea seguro y efectivo para los pacientes.
Sin duda, reducir los costos de los electrodos tendrá un impacto social enorme, ya que abre la posibilidad de que miles de pacientes con Parkinson en México accedan a la ECP y mejoren su calidad de vida. Además, este alcance tecnológico pretende desarrollar electrodos para otros padecimientos neurológicos como epilepsia, dolor crónico y trastornos siquiátricos.
La inventiva de Torres San Miguel beneficiará a un número aún mayor de personas que sufren de estas condiciones. Por ello, los logros de este profesor son un ejemplo de cómo la ciencia y la tecnología pueden ponerse al servicio de la sociedad para resolver problemas de salud y mejorar la vida de las personas. La generación de electrodos de bajo costo y bicompatibles representa una esperanza para aquellos que luchan contra el Parkinson y otras enfermedades neurológicas, y un motivo de orgullo para el IPN y para México.
Es fundamental destacar que el desarrollo de dispositivos médicos como los electrodos para la ECP requiere de múltiples ensayos y el cumplimiento de normas muy estrictas de calidad para garantizar la seguridad de su uso. El inventor de exoesqueletos, manos robóticas, prótesis y un pretensor que sujeta una silla portabebés está comprometido ahora con este proceso riguroso para asegurar que los electrodos que se desarrollen sean seguros y eficaces para los pacientes.
Diez millones con Parkinson a nivel global
No existen cifras exactas de pacientes de Parkinson en México. Sin embargo, el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía estima una prevalencia de 50 casos nuevos por cada 100 mil habitantes al año.
De acuerdo con la Parkinson’s Foundation más de diez millones de personas en todo el mundo viven con enfermedad de Parkinson.
La incidencia de la enfermedad aumenta con la edad, pero se estima que 4% de las personas con Parkinson son diagnosticadas antes de los 50 años.
Los hombres tienen 1.5 veces más probabilidades de padecer esta enfermedad que las mujeres.