DEMOCRACIA Y TECNOLOGÍA: UN NUEVO CAPÍTULO PARA MÉXICO

Claudia Ivett García
Columnas
INE VOTO ELECTRÓNICO

El impacto de la tecnología en la vida diaria es innegable y hoy alcanza también uno de nuestros derechos más fundamentales: el voto. En México estamos al inicio de un camino hacia una nueva forma de democracia que se apoya en la tecnología; una democracia más inclusiva y accesible que busca abrir espacios para que la ciudadanía participe de manera más directa y segura.

La evolución de nuestro sistema democrático nos lleva a reflexionar sobre el poder que tiene la tecnología para hacer de la democracia algo realmente accesible para todos.

En 1996 un cambio constitucional permitió que los mexicanos en el extranjero pudieran votar; y diez años después, en 2006, se hizo realidad esta posibilidad a través del voto postal. Estos primeros pasos nos mostraron que, aunque el camino no está libre de desafíos, la inclusión electoral no debe limitarse a las fronteras nacionales.

Con el paso del tiempo la demanda de opciones para un voto más accesible creció y en 2019 el Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó el uso del voto electrónico para mexicanos fuera del país.

A través de esta modalidad se ha buscado garantizar que nuestros compatriotas participen de forma segura, sumando así sus voces a las decisiones nacionales.

Este avance plantea la posibilidad de un futuro en el que cada vez más mexicanos puedan votar desde donde se encuentren, sin que la distancia sea un obstáculo.

Evolución

La urna electrónica, por otro lado, ha empezado a consolidarse en algunas entidades federativas y está planteada como una herramienta para mejorar la rapidez y transparencia de los comicios.

En entidades como la Ciudad de México, Jalisco y Yucatán la implementación de las urnas electrónicas ha demostrado que la tecnología puede fortalecer el ejercicio democrático, abriendo puertas a una participación más ágil y accesible.

Sin embargo, el reto no es solo técnico. Para que estas herramientas realmente contribuyan a una democracia más justa necesitamos resolver las brechas tecnológicas y de acceso que existen en distintas zonas de nuestro país. Una democracia digital exitosa requiere de un esfuerzo en infraestructura y de una educación digital que permita a todos participar sin restricciones.

El avance hacia esta democracia digital no se limita a la implementación de tecnología; es una apuesta por la igualdad en el acceso y la participación. Si se consolida, esta evolución podrá reflejar los principios de una verdadera democracia: una donde todos los ciudadanos pueden ejercer sus derechos políticos de forma segura y libre, sin importar la distancia o las limitaciones tecnológicas.

Incluso, valdrá la pena preguntarse: ¿en qué otros procesos electorales podría ser la tecnología una herramienta clave para simplificar procesos y disminuir costos así como cuidar el medio ambiente?