Ambroise Paré, considerado el padre de la cirugía moderna, diseñó en el siglo XVI Le Petit Lorraine, una prótesis de mano que representaba un hito para su época. Sin embargo, este dispositivo era estático y ofrecía una funcionalidad muy limitada en comparación con las sofisticadas prótesis biónicas actuales.
Hoy en día, gracias a los avances en electrónica, materiales y biomecánica, los brazos biónicos pueden imitar de manera precisa los movimientos naturales de una mano, permitiendo a sus usuarios realizar una amplia gama de actividades cotidianas.
Un ejemplo destacado es el trabajo del ingeniero Luis Armando Bravo Castillo, egresado de la carrera de Ingeniería Biónica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien figura como el creador del primer brazo biónico con tecnología politécnica para personas con amputaciones o malformaciones congénitas (enfermedad conocida como simbraquidactilia).
Este innovador ha diseñado al menos 250 brazos biónicos que han transformado la vida de personas de México y de otras latitudes del continente (Bolivia, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, El Salvador y Perú).
Formado en el IPN, este experto tiene ocho generaciones de prótesis, las cuales han tenido diversas mejoras que permitieron la obtención de siete patentes.
Las primeras generaciones de prótesis desarrolladas por Bravo se centraron en mejorar la movilidad de la mano. Posteriormente, el equipo de investigación se enfocó en desarrollar sistemas más sofisticados que permitieran una interacción más natural con el entorno. Además, se implementaron mejoras en los materiales y la fuente de energía.
Si bien las impresoras 3D han democratizado el acceso al prototipado rápido, el ingeniero en Biónica nos recuerda que la creación de una prótesis funcional va más allá de la simple impresión de un diseño: la arquitectura de la prótesis, su capacidad para soportar esfuerzos y su adaptación a las necesidades específicas del usuario son factores cruciales que requieren un profundo conocimiento de ingeniería y biomecánica.
Bravo no era un niño que soñaba con robots. Su vocación inicial era la medicina, impulsado por el deseo de aliviar el sufrimiento ajeno. Sin embargo, una experiencia en el hospital, donde atendió a un joven que había perdido ambos brazos, lo marcó profundamente. Al ver la falta de opciones para esta persona, nació en él una inquietud que lo llevaría a cambiar el rumbo de su vida.
La imagen de aquel joven sin brazos lo persiguió durante sus estudios de medicina. La búsqueda de soluciones lo llevó a descubrir el mundo de la ingeniería biónica, una disciplina que prometía unir la medicina y la tecnología para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.
Abandonar la carrera de medicina no fue fácil, pero la pasión por este nuevo proyecto lo impulsó a enfrentar cualquier obstáculo. Con una tenacidad admirable, Bravo se inscribió en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA) y se sumergió en un mundo de circuitos, mecanismos y programación. Su primer prototipo de brazo biónico, aunque rudimentario, fue un hito que marcó el inicio de un largo camino.
Sonrisas
La arquitectura de una prótesis es fundamental para garantizar su funcionalidad y durabilidad. Sin embargo, la historia de este creador nos muestra que detrás de cada prótesis hay una historia humana y una gran pasión por mejorar la calidad de vida de las personas. Igualmente, los brazos biónicos son una herramienta para hacer del mundo un lugar más justo y equitativo.
No pasó desapercibida la inventiva de este tecnólogo. Su proyecto llegó a las pantallas de millones de mexicanos gracias a su participación en Shark Tank México. Este popular programa de televisión, donde emprendedores buscan inversión, fue el escenario perfecto para dar a conocer al mundo el brazo biónico y su potencial para transformar vidas.
La presentación del inventor en la serie de telerrealidad fue un rotundo éxito. El carisma del ingeniero y la innovación de su proyecto cautivaron al público y a los inversionistas. El video de su participación se convirtió en un fenómeno viral, alcanzando millones de vistas y generando un gran interés por su trabajo.
Esa exposición mediática tuvo un impacto significativo en el proyecto. Nuevos pacientes, industriales y proveedores de todo el mundo se pusieron en contacto con Bravo para ofrecer su apoyo. La visibilidad que le otorgó Shark Tank permitió que su invento trascendiera las fronteras de México y alcanzara a personas que necesitaban esta tecnología en otros países.
Una muestra de este impacto es el caso de Alfonso. Semanas atrás el creador de la empresa Probionics entregó a este pequeño un brazo biónico. El niño de cuatro años nació con afección en ambas manos. Se trata de una prótesis electrónica a nivel mano (izquierda), cuyo diseño y fabricación se realizó en tres meses, con un peso de tan solo 120 gramos, que permite apertura y cierre de dedos, además de rotación de muñeca.
El momento en que Bravo entregó la prótesis a Alfonso fue un hito en su proyecto. La sonrisa del niño al poder mover los dedos de su nueva mano fue un testimonio del poder transformador de la tecnología.
Más allá de la circunstancia de Alfonso, los brazos biónicos desarrollados por Bravo han transformado la vida de cientos de personas en México y Latinoamérica.
Estudios demuestran que estas prótesis no solo restauran la funcionalidad de los miembros perdidos, sino que también tienen un impacto positivo en la autoestima, la independencia y la calidad de vida de los usuarios. Al permitir que las personas realicen actividades cotidianas como comer, escribir o cargar objetos, los brazos biónicos contribuyen a una mayor inclusión social y empoderamiento personal.
Nuevos avances
Los brazos biónicos evolucionan rápidamente gracias a:
Sensores táctiles Permiten a los usuarios sentir el tacto, brindando una experiencia más natural.
Inteligencia Artificial (IA) Las prótesis aprenden y se adaptan a los movimientos de cada persona.
Conexión directa al cerebro Las interfaces cerebro-computadora restauran un control más preciso y reducen el fenómeno del miembro fantasma.
Fabricación personalizada La impresión 3D crea prótesis adaptadas a cada usuario.
Materiales avanzados Los nuevos materiales hacen que las prótesis sean más ligeras y duraderas.
En resumen, los brazos biónicos se están convirtiendo en herramientas cada vez más sofisticadas y personalizadas, mejorando significativamente la calidad de vida de quienes los utilizan.