TODOS SOMOS EXTRAÑOS, UNA MÁGICA MEDITACIÓN SOBRE EL DUELO

Francisca Yolin
Columnas
EXTRAÑOS

El director Andrew Haigh nos presenta en Todos somos extraños una profunda y conmovedora exploración del duelo y la homofobia estructural a través de la historia de Adam, un hombre gay de mediana edad que lucha por encontrar sentido en su vida, luego de años de soledad como huérfano y soltero.

Con un enfoque que ofrece elementos realista mágicos con drama e incluso algo cercano al terror, la película nos permite adentrarnos en el tumulto emocional y sicológico de su protagonista y crea un relato que es tanto íntimo como universal.

La trama se centra en Adam (Andrew Scott), quien vive en un moderno y solitario edificio de Londres, un lugar que acentúa su sentimiento de alienación.

Un día, Adam vuelve al suburbio donde creció y se encuentra con un hombre atractivo (Jamie Bell), quien resulta ser su padre poco antes de morir. Este encuentro desencadena una serie de visitas sobrenaturales a su hogar de la infancia, donde se encuentra con sus padres tal como eran en los ochenta, permitiéndole enfrentar su pasado y las profundas heridas causadas por la homofobia y la pérdida. Este viaje no solo es físico sino también emocional, ya que Adam busca una conexión y un cierre que le han sido esquivos.

La dinámica entre los personajes es uno de los puntos fuertes de la película. Andrew Scott y Paul Mescal (quien interpreta a Harry, un joven vecino y también gay) desarrollan una relación cargada de vulnerabilidad y deseo, mientras que Claire Foy y Jamie Bell, como los padres de Adam, representan una generación atrapada en las convenciones sociales y la ignorancia temerosa. La interacción entre estos personajes refleja de manera potente las tensiones entre el pasado y el presente, entre la aceptación y el rechazo, y cómo estas dicotomías afectan profundamente a las personas queer.

Nostalgia y tristeza

El enfoque realista mágico de Haigh permite una dramatización casi onírica de las consecuencias inconscientes de vivir en una sociedad homofóbica.

Los padres de Adam, aunque amorosos, no logran comprender ni apoyar plenamente a su hijo, lo que deja a Adam en un limbo emocional. Las escenas en las que Adam regresa a su hogar de la infancia, viste pijamas que ya no le quedan y se acurruca en la cama con sus padres, son profundamente simbólicas y evocan una mezcla de nostalgia y tristeza. La banda sonora, con canciones de Erasure, Alison Moyet y Pet Shop Boys, añade una capa adicional de emotividad, conectando la narrativa personal de Adam con una historia colectiva queer más amplia.

Todos somos extraños es una película que utiliza elementos sobrenaturales para explorar las complejidades del duelo y la identidad queer.

Haigh crea una obra que resuena profundamente no solo con su propia filmografía, como 45 Years y Weekend, sino también con las experiencias universales de búsqueda de sentido y pertenencia.

Al final, la película deja una impresión duradera, subrayando la persistencia de la alienación queer y la importancia de enfrentar y comprender nuestro pasado para poder avanzar.

Dónde verla: Disney+.