Entre los renglones de un discurso “expansionista” con miras de anexar territorios al por mayor es donde seguramente se esconden algunas de las intenciones no claramente manifestadas de un Donald Trump que ha visto estratégicamente en dónde afinar su puntería.
Así, el espectáculo ocurrido y masivamente difundido la pasada semana relativo a la discusión acalorada entre los presidentes Trump y Volodímir Zelenski bien podría obedecer a una causa más profunda y aferrada a los intereses de Estados Unidos. Nos referimos al apoderamiento de la riqueza mineral en el extranjero por parte del país de las barras y las estrellas. De esa forma, esta no tan nueva intención de Trump puede haber sido la causa de modificar la política exterior de los norteamericanos.
Solo habría que cotejar que, por vías de negociación, Estados Unidos ya ha expresado su intención de “adquirir” la riqueza mineral de Canadá, Groenlandia y, por supuesto, de Ucrania.
Esta resulta una extraña coincidencia. En el encuentro de empresarios canadienses ocurrido el mes pasado el mandatario canadiense Justin Trudeau confirmó la sospecha: en sus palabras, la intención de anexionarse ese país era real y tenía como punto de partida la codicia existente sobre los muy ricos suelos de Canadá.
Y esta intención se documenta incluso desde el primer mandato de Trump, cuando en 2017 como presidente de Estados Unidos firmó una orden ejecutiva en ese sentido.
Joe Biden, en su muy particular estilo conciliador, no fue insistente en darle puntual seguimiento a dicha política, aunque nunca descartó su interés. Es más, en su último viaje como presidente visitó África, concretamente Angola, para constatar el funcionamiento de una vía de ferrocarril que transportaría hacia la costa minerales y tierras raras extraídos en tal país.
Minerales críticos
Desde esa primera presidencia de Trump se habían creado las condiciones para contar con un grupo de alto nivel de naciones aliadas de Estados Unidos en el cometido de lograr acuerdos claros en torno de las cadenas de producción que involucran a estos minerales. También desde entonces Ucrania, Groenlandia y Canadá estaban en la antesala de una firma de acuerdo que permitiera conocer los grandes proyectos de extracción de minerales en sus subsuelos; sin embargo, el tiempo ya no alcanzó para tales acciones.
Vinieron nuevos escenarios en la política estadunidense y llegó el vendaval. En el estridente estilo de un Trump empoderado, la intención de sentar a negociar a los países que cuentan con esta fuente de subsuelos se ha hecho sumamente visible; ya no son negociaciones puras y llanas, sino que se llega al condicionamiento franco de apoyo norteamericano, como es el caso constatado con Ucrania. Incluso el propio Zelenski había sido un franco promotor de ese tipo de acuerdos con los países aliados a su causa. Sin embargo, en el caso de Estados Unidos la apuesta ucraniana no fue afortunada, ya que prefirió esperar al resultado de la elección.
Pero en el esquema de acercamientos y acuerdos previos a la llegada de Trump no todo parecía adverso para Ucrania; incluso Zelenski ya se había sentado a dialogar sobre este tema con empresarios de gran talla y filiación trumpista, como Robert Lauder. Posteriormente, se pasó a las pláticas con el secretario del Tesoro, quien fue el portavoz de las condiciones norteamericanas que, a todas luces, para el gobierno de Kiev fueron inaceptables. A cambio de la continuidad en apoyo militar Estados Unidos tendría la mitad de los recursos por explotación de un gran catálogo de insumos, los cuales incluirían gas, petróleo y minerales.
Hay que saber que en razón de la cruenta guerra comercial que se sostiene con China los minerales necesarios para la fabricación de componentes ha sido fundamental, al grado que la nomenclatura de dichos elementos se ha normalizado como “minerales críticos”. Y eso son en realidad: críticos para toda la cadena productiva de la tecnología energética, específicamente para la fabricación de baterías. Son sustancias no combustibles que conforme a los estudios del Departamento de Energía norteamericano están presentes en tierras de países como Argentina, Chile, República del Congo, México y, por supuesto, la gran meseta tibetana controlada por China.
Así, tierras y minerales en el ojo del huracán.