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SISTEMAS PREVENCIÓN DINAMARCA

No hay mejor inversión para cualquier país que destinar recursos, tecnología y capital humano para la prevención de eventualidades y fenómenos naturales potencialmente catastróficos. Así, en tierras lejanas donde las características geográficas no proponen los mismos riesgos que en nuestras latitudes se ha entendido cuán importante es contar con sistemas coordinados y eficientes que protejan en primera instancia a la población.

Europa en lo general ha estado expuesto a eventos muy contados del tipo ciclón tropical. Por definición es casi nula la posibilidad de que algo así los alcance; tan solo habría que recapitular en su historia para saber que se cuenta con escasos tres registros de estos desastres, empezando por el huracán Faith que en 1966 llegó débilmente a Noruega; el huracán Vince que tuvo mayores repercusiones en la Península Ibérica en 2005; y Gordon, que en 2006 causó estragos menores en las islas Azores y el Reino Unido.

Pero a pesar del bajísimo riesgo que implican estas tormentas el Viejo Continente cuenta con las previsiones necesarias para dar respuesta a una calamidad de esta naturaleza.

Lo que busco ejemplificar es que la prevención es una herramienta que salva vidas de manera efectiva, aun cuando la lógica nos lleve a pensar que no podría ocurrirnos algo sumamente improbable.

La Unión Europea (UE) cuenta con un sistema integral de cuidados y respuestas constituido como Mecanismo de Protección Civil desde 2001, mismo que es fondeado y vigilado por un comité conformado por representantes de todos los países miembros, quienes a su vez por mandato legal tienen la obligación de una aportación anual proveniente de sus presupuestos a efecto de mantener fondeado y operante tal mecanismo. Desde su creación en el mencionado año, el mecanismo se ha activado 423 veces y ha atendido con un grado de eficiencia superior a 96% emergencias tales como los terremotos de Albania en 2019 o los trágicos incendios en Suiza en 2018.

Lecciones

La eficiencia medida tiene como componentes la ponderación de la protección a la vida, las capacidades de reconstrucción, la correcta y auditada aplicación de los recursos utilizados, la aplicación de programas paralelos de respuesta gubernamental y, por supuesto, la prontitud en la respuesta ofrecida.

Tan efectivo ha sido el actuar de esta instancia multinacional, que incluso se ha dado el lujo de aportar a la atención de catástrofes ocurridas en países ajenos a la comunidad, como el caso del ciclón tropical de 2019 en Mozambique o las lluvias torrenciales en Bolivia en el mismo año.

Y es precisamente en 2019 cuando se incorpora a tal mecanismo el denominado Grupo RescEU, agrupación multidisciplinaria que reúne a equipos con capacidad de respuesta inmediata ante eventualidades. Se cuenta con una reserva de brigadistas, mayormente aportados por España, quienes tienen a su disposición aviones, helicópteros, equipos de campaña, unidades médicas móviles y equipo terrestre todo terreno para evacuación. Además, cuando de administrar con transparencia y asertividad se trata, el mecanismo se apoya en el Sistema de Información y Comunicaciones de la UE, que tiene la obligación de dar acceso al conocimiento general de todo aquel que busque saber en qué se aplicó cada euro para la atención de una emergencia. No existen la discrecionalidad ni las ocurrencias, todo se hace mediante la decisión colegiada de un grupo de representantes que a su vez tiene el mandato de asesorarse de expertos y científicos en la materia específica para cada catástrofe.

En el otro polo tenemos los sistemas latinoamericanos y caribeños, donde difícilmente privan la prevención y la atención inmediata. Aquí encontramos a nuestro México, de cuyo sistema de protección civil ya hemos escrito en otras líneas de esta columna. Más allá de la repartición de culpas y la contaminación de la discusión en el campo de la política, resulta increíble que no contemos con un sistema consolidado en la experiencia y el apoyo científico. Si llevamos la medición de efectividad a percepciones, a nada llegaremos mientras que hoy, en tiempo presente, se están perdiendo vidas dentro de esta desgracia. A trabajar arduamente y a tomar lecciones de un evento que nos deja con una profunda cicatriz que difícilmente se borrará.