Los acontecimientos violentos en Culiacán, Sinaloa, durante más de una semana, han acaparado la atención de la prensa internacional. Medios como Los Angeles Times, The New York Times, El País y la BBC han documentado en sendos reportajes los enfrentamientos entre grupos del crimen organizado a lo largo de estos días. Vuelos y reservaciones cancelados en el sector turístico de Sinaloa, así como alertas de viaje emitidas por el gobierno estadunidense inhibirán el atractivo de la región. La imagen que dejan para el país y su gobierno no es nada positiva, mucho menos para la entidad.
Si bien el estado ha sido asociado históricamente con el cártel que lleva su mismo nombre, nunca como ahora se había visto a la capital convertida en zona de guerra por el enfrentamiento entre dos facciones supuestamente del mismo grupo delictivo.
Telenovelas, narcoseries, libros y hasta la famosa novela de Arturo Pérez-Reverte, La Reina del Sur, han ligado a Sinaloa con la narcocultura. No obstante, jamás había sido tan claro el costo humano y económico que conlleva para el estado dicha asociación, dotada de elementos concretos y muy reales.
Es digna de revisión la estrategia de relanzamiento turístico del estado, que principalmente por el puerto de Mazatlán capta una gran cantidad de divisas. Más duradero que eso, será preciso lograr que a la entidad se le asocie con otras cuestiones más allá de los narcocorridos y las leyendas de grandes capos del crimen. Y, por encima de todo, conseguir que una toma de la capital por enfrentamientos delincuenciales se vuelva imposible en el futuro.
México no puede permitir que Sinaloa se vuelva otro ejemplo de estado fallido como Guerrero. Mazatlán podría sufrir el mismo destino de declive económico padecido por Acapulco. Las autoridades tienen mucho qué hacer en el frente de seguridad, pero también en el cultural, turístico y económico. Sinaloa dispone de un riquísimo patrimonio gastronómico, artístico y musical que puede explotarse a cabalidad para contrarrestar las impresiones producidas estos últimos días.
Levantarse
Ahora bien, ¿por dónde empezar? Posiblemente por una nueva campaña de promoción de los atractivos del estado acompañada de la difusión de fotografías de seguridad reforzada en todos los sitios turísticos.
En segundo lugar, un trabajo de colaboración con celebridades sinaloenses de todas las áreas para defender a su estado e impulsarlo. Cantantes, músicos, pintores, escritores, cineastas, científicos y empresarios podrían sumarse en una tarea de estímulo al turismo y de transformación de la imagen de Sinaloa. No nada más los oriundos del estado: podrían participar celebridades de talla nacional e internacional contratadas ex profeso.
En tercer lugar, garantizarle a la población condiciones de seguridad para sus vidas y patrimonio, de modo que ellos mismos puedan decirle al turismo que las cosas están bien y la calma prevalece.
Los partidos del Mazatlán FC y su modernísimo estadio pueden servir para impulsar también el turismo deportivo. El Teatro Ángela Peralta en Mazatlán puede y debe ser la sede de nuevos festivales artísticos para la comunidad cultural nacional e internacional. Culiacán tiene que ser un hub empresarial de primera para convenciones de todo tipo de negocios e industrias, así como sede de festivales restauranteros. Los pueblos virreinales como Concordia o El Rosario pueden servir de escenario para la grabación de películas y series de época.
Desde luego que todo esto cuesta dinero, pero costaría más para el país y el estado permitir que se imponga la imagen negativa de Sinaloa.
Los sinaloenses pueden levantarse de esta tragedia. Ojalá que el próximo gobierno y la iniciativa privada contribuyan a limpiar su imagen en el exterior.