Como suele ocurrir después de cualquier debate presidencial en Estados Unidos, la maquinaría de titulares alrededor del mundo se echó a andar a todo vapor. La gran mayoría de analistas y hasta encuestas le dieron el triunfo a la demócrata Kamala Harris, pero el encuentro y un aniversario revelan mucho sobre el estado actual de la política estadunidense. En la era de la extrema polarización, hasta un apretón de manos nos parece insólito.
El debate inició con un peculiar momento: Harris caminó decidida a darle la mano al republicano Donald Trump, logrando un golpe mediático magistral que muchos atribuyeron a una muestra de autoridad. Este gesto generó tal revuelo, que es inevitable preguntarse: ¿cómo la política estadunidense llegó a tal punto que un simple saludo sea motivo de asombro?
Pero este no sería el único momento que sorprendería al electorado. En menos de 24 horas Trump y Harris, quienes no se habían conocido hasta el martes por la noche en su apasionado debate, se dieron la mano por segunda vez. En una muestra de unidad que duró no más que un minuto de silencio, el presidente Joe Biden, la vicepresidenta Harris, el expresidente Trump y hasta su compañero de fórmula J. D. Vance suspendieron las hostilidades y visitaron juntos la Zona Cero de Manhattan para conmemorar el 23 aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Eslabones
Y así, en una foto, quedaron captados los protagonistas que pueden rastrear su propia historia dentro de una cadena de ramificaciones políticas desatadas por los ataques del 9/11. Basta con recordar que de no haber sido por el desastre de las guerras desatado por George W. Bush tras los ataques un joven senador de Illinois, Barack Obama, quien se oponía a la invasión de Irak, no hubiera llegado a la Casa Blanca. La presidencia de Trump nació en gran medida de un discurso discriminatorio contra el primer presidente negro. Y Biden probablemente no habría sido presidente sin el torbellino de la era Trump. Mientras que Harris jamás hubiera encabezado la candidatura demócrata hoy en día de no ser por la avanzada edad de Biden. Y por último, Vance es el primer veterano de la guerra en Irak en llegar a una boleta presidencial.
Pero en esos 23 años Estados Unidos también ha cambiado drásticamente. No hay mejor ejemplo que el debate presidencial. Desde el inicio ambos candidatos adoptaron posturas confrontativas, utilizando ataques personales y sarcasmo para desacreditar al oponente. Harris, en varios momentos, se rio abiertamente de Trump, mientras él mantenía su característico estilo agresivo, apelando a su base más radical.
El intercambio subraya cómo la política estadunidense ha normalizado la hostilidad y la retórica divisiva, al punto de que cualquier muestra de civilidad parece fuera de lugar.
En una época donde los desacuerdos políticos parecen irreconciliables, ver a dos figuras tan antagónicas estrechándose las manos fue casi un acto subversivo, recordando lo que solía ser un gesto común de cortesía en la política.
Y verlo dos veces seguidas, ni se diga.