La historia se repite en México: los estudiantes, cada vez que salen a las calles, sufren y se arriesgan, pero su presencia en ellas significa que las cosas no están bien y por eso deciden con su libertad manifestarse nuevamente.
Hoy lo hacen como en 1968, cuando los estudiantes querían ser escuchados, que se les tomara opinión, y pedían urgentemente modificar el precio de los camiones y que sacaran al jefe de la policía.
Eso era todo lo que se necesitaba. El Estado no los escuchó.
Pareciera que la mediación no existiera para el gobierno, pero para los estudiantes sí, para poder intercambiar información y ser escuchados unos y otros, aprovechando esta extraordinaria y monumental fuerza juvenil.
Solo por la fuerza del Derecho es posible ese diálogo, porque no existe el derecho de la fuerza y la mediación no funciona cuando no quieren operar quienes deben hacerlo: las autoridades.
Razón
Siempre los conflictos, cuando se involucran estudiantes, se vuelven impredecibles e incontrolables, porque normalmente la razón les asiste a los jóvenes; porque son estudiantes, no son maleantes.
También sorprende que siendo estudiantes universitarios los que están en la calle, las autoridades universitarias no entren tampoco a mediar cuando tienen todas las posibilidades de hacerlo. ¿Qué esperan?
Existe la mediación estudiantil y esta debe estar presente en este momento en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por ejemplo.
La Facultad de Derecho debe ser ejemplo y con honestidad y rectitud encarnar la mediación estudiantil para poder dar certeza a este debate, donde los estudiantes tienen la razón: no se puede elegir un juez mediante rifas.