¿SE PUEDE MEDIR LA FELICIDAD?

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Reporte de felicidad mundial

Para algunos especialistas sí se puede y desde 2012 se han hecho esfuerzos para medir la felicidad a partir de los siguientes factores: Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, esperanza de vida saludable, apoyo social, libertad para tomar decisiones de vida, generosidad y percepción de la corrupción.

El Informe Mundial de la Felicidad 2025 publicó su reciente edición situando a México en un privilegiado lugar 10 de las naciones más felices del mundo. La publicación no pasó desapercibida, ya que las redes del gobierno compartieron la noticia.

Durante unos días dio de qué hablar y no pocos vieron en aquella estadística razones para cuestionarse las percepciones que existen en México.

La sociedad la conforman una gran diversidad de mundos, algunos parecidos y otros diferentes. Cada uno con su propia manera de darle sentido a la realidad. Así funcionamos las personas.

No dudo que varios ciudadanos consideren que las cosas son mejores con la Cuarta Transformación. Están en su derecho de hacerlo. No obstante, como lo indiqué con la pregunta inicial, observo con sospechas este tipo de encuestas, no por pesimismo sino por los peros que surgen al encontrarse con estas listas.

Existen factores que se toman en consideración, los enlistados al inicio, de eso no hay duda, y aun así me parece que es válido preguntarse por esa felicidad tan alta en el país, sobre todo dentro de las ambigüedades que rondan en esta era posmoderna.

No es raro que, para muchas personas, sobre todo adultos jóvenes, la percepción del mundo no sea la más optimista. Las guerras, las crisis económicas y el cambio climático dan pocas razones para creer que las cosas están bien o que lo estarán.

Adaptación

Varios esperan con nerviosismo un colapso inminente. Aunado a eso se encuentran los problemas nacionales para desalentar este panorama. Le recuerdan a la sociedad mexicana que la situación está mal afuera y adentro.

Es algo irónica la cercanía entre el descubrimiento de Teuchitlán y la publicación del Informe Mundial de la Felicidad.

El futuro parece ser un espacio ambiguo, sin ninguna promesa segura. La noción de felicidad puede parecer abstracta o inalcanzable. Sin embargo, somos felices, o al menos eso nos dice la estadística.

Aquí en México, como en otras partes del mundo, la sociedad se demanda a sí misma estar en un estado de felicidad. El sufrimiento, la depresión y la ansiedad son vistos como obstáculos para alcanzar ese estado. Su presencia es incómoda y es preferible ignorar la manifestación de la tristeza que entender sus razones.

Creo que cada uno encuentra momentos de satisfacción o placer en sus vidas, pero si son lo suficientemente fuertes para afirmar que se es feliz es otra cosa. Hay una tensión entre reconocer crudamente la realidad y encontrar aun así el valor para crear momentos de gozo genuino.

La paradoja mexicana de ocupar un lugar privilegiado en índices de felicidad mientras enfrenta profundos problemas nos invita a preguntarnos si estamos confundiendo la adaptación con una felicidad genuina, o si hemos normalizado condiciones que, vistas con honestidad existencial, difícilmente constituyen el terreno para creer que somos felices.