EL SANTOS DUMONT

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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La pasión por lo que haces te hará entender que los límites son mentales.

Anónimo

Se ha dicho durante muchos años que los primeros pilotos en volar un avión fueron los hermanos Wright en Kitty Hawk, Carolina del Norte, el 17 de noviembre de 1903. Pero fue hasta el 22 de mayo de 1906 que le concedieron la patente número 821,393 a la máquina voladora de Wilbur y Orville Wright.

Alberto Santos Dumont nació en Minas Gerais, Brasil, el 20 de julio de 1873. El 23 de octubre de 1906 Santos Dumont voló en un aparato parecido a una cometa con alas cuadradas, llamado 14-Bis, a unos 220 metros en las afueras de París.

Este es el primer vuelo público en el mundo. A Santos Dumont le atribuyeron la invención del avión en toda Europa. Es llamado “el padre de la aviación” debido a que fue el primero en cumplir con un circuito preestablecido, siempre bajo la observación oficial de especialistas en la materia (antes de que les dieran la patente a los hermanos Wright).

La familia de Dumont eran unos prósperos caficultores, por lo que Santos se pudo dedicar al estudio de la ciencia y la mecánica en París. Él, a diferencia de otros pioneros de la aviación, no necesitaba dinero, por lo que dejaba las patentes de sus descubrimientos para el dominio público.

Al principio, su pasión fue por los globos aerostáticos y trató de desarrollarlos, pero los vuelos costaban mucho. Entonces se dedicó a los automóviles. Incluso participó en algunas carreras. Al tiempo regresó a los globos. El 23 de marzo de 1898 hizo su primera participación en globo, saliendo del Parque de Vaugirard, en París. Su vuelo duró aproximadamente dos horas y recorrió unos 100 kilómetros, aterrizando en el parque del castillo de La Ferriére. Posterior a eso, mandó comprar un globo que él personalmente supervisó, pidiendo que fuera de seda japonesa para que pesara menos. La canastilla solo podía llevar a una persona y el piloto necesitaba maniobrar su globo con las dos manos. Después de tener un par de accidentes, en 1904 convenció a Louis Cartier de hacer un reloj de pulsera para poder controlar sus globos.

La historia comienza años antes, cuando Santos se encontraba en el famoso restaurante Maxim’s. Ahí platicó con Cartier. Santos le contó a su amigo las peripecias para medir el tiempo con relojes de bolsillo. Aunque en esa época ya existían los relojes de pulsera, eran solo para las mujeres. Santos convenció a Louis para que le fabricara uno que consistía en una caja plana de oro amarillo con un bisel cuadrado y una correa de piel de becerro en tonos café y números romanos. La casa Cartier, desde entonces, ha producido sus famosos relojes que llevan por nombre Santos Dumont y, aunque hay ciertas modificaciones por las épocas, el reloj en esencia es prácticamente el mismo diseño.

Hoy uno de estos preciosos juguetes ronda entre 360 mil y hasta un millón 200 mil morlacos. Es además el reloj insignia de la casa. A Santos su amigo Louis, dicen, se lo regaló, puesto que el aviador y piloto lo usaba cada vez que se subía a un avión, un zepelín o un globo.

El reloj

Tristán llegó al restaurante de carnitas donde unas horas antes el ahora muerto había comido. Al preguntar por la cocinera notó algo extraño en uno de los meseros, que le contestó que no era cocinera, que era chef.

Cuando la joven mujer apareció, Tris notó que al soltar la primera pregunta ella se puso muy nerviosa. También se percató de que traía un reloj Cartier en la mano derecha. Pero el reloj era de hombre, el famoso Santos Dumont.

Tris recordó que cuando estaba en la sala de cine vio que el muerto tenía una marca de sol en la muñeca, provocada por el uso de un reloj cuadrado, de las mismas dimensiones que el que traía la chef. Supo el motivo del envenenamiento.

A la segunda pregunta la mujer se desmoronó, argumentando que era herencia de su padre y que el hombre no le quería devolver la prenda, que ella le había prestado. Lo que más llamó la atención del caso es que Daniela N, que era su nombre, empezó a sudar.

Como había un par de meseros, Tristán se vio en la necesidad de esposar a la chava y llevarla a la comisaría. Esta vez tendría que hacer todo el papeleo.