El miércoles 13 de noviembre la conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum se dedicó al “rescate de Pemex”. ¡Qué importante! Salvar a la mayor empresa de nuestro país, que es también la petrolera más endeudada del mundo, es indispensable. La quiebra de Pemex puede llevar al colapso financiero del Estado mexicano.
Infortunadamente, en la “mañanera del pueblo” se presentaron más expresiones de ideología política que medidas concretas para rescatar a la empresa del Estado que, por decreto gubernamental, ya no es “productiva”.
La secretaria de Energía, Luz Elena González, detalló la Estrategia Nacional del Sector de Hidrocarburos y Gas Natural. El mismo nombre, sin embargo, expresa ignorancia: el gas natural es un hidrocarburo. “Esta estrategia —declaró— tiene como objetivo dar continuidad al rescate de la soberanía energética. En el caso del sector petrolero este rescate era obligado por los malos resultados de la privatización y el estado lamentable en que se encontraba Pemex en 2018”.
La verdad es que la empresa nunca ha sido privatizada. Ni una sola acción ha estado nunca en manos privadas. Ningún accionista privado habría aceptado las pérdidas enormes que ha acumulado. Es cierto que Pemex estaba en mal estado en 2018, pero la secretaria omitió decir que la situación empeoró en los seis años de Andrés Manuel López Obrador.
González afirmó que se reducirá el número de filiales para reducir costos y aumentar la eficiencia operativa y que “en la producción de petróleo la prioridad es y seguirá siendo el consumo nacional, no la exportación”. Aumentaremos “la producción nacional de petroquímicos para suministrar insumos a la industria nacional y fertilizantes para la producción de alimentos”. Además, “vamos a consolidar la refinación de petróleo para lograr la autosuficiencia nacional en gasolinas y diésel”.
Realidad
Esto no es un plan de rescate, sino todo lo contrario. Pemex tiene un patrimonio negativo de 1.7 billones de pesos, con una pérdida neta de 161 mil millones de pesos solo en el tercer trimestre de 2024. En el sexenio de López Obrador acumuló pérdidas por 1.2 billones de pesos y recibió 2.1 billones de pesos en subsidios del gobierno.
La estrategia no hace más que seguir las ocurrencias ideológicas de Andrés Manuel; no tiene medidas que permitan resolver los problemas estructurales de la empresa. Cuando alguien quiere realmente rescatar una firma, reduce o cierra las actividades improductivas y aumenta las rentables. Este plan propone exactamente lo contrario: reducir las exportaciones de petróleo crudo, la única actividad rentable de la empresa, e incrementar la refinación y la petroquímica, que pierden carretadas de dinero.
La política profundizará las pérdidas de Pemex y hará más difícil cubrir el servicio de la deuda, no solo con instituciones financieras sino también con proveedores. Pondrá en riesgo la salud financiera de la empresa, pero también la del Estado mexicano. Cada vez es menor el recurso que Hacienda recibe de la explotación del petróleo. El gobierno ha decidido recortarle los impuestos a Pemex, lo cual es positivo para la empresa, pero de poco sirve si los subsidios siguen aumentando.
Pemex necesita realmente un rescate, pero uno que entienda la realidad del mercado de hidrocarburos. Hay que fortalecer la exportación de petróleo crudo y reducir la producción de gasolinas y diésel. De otra forma, este puede ser un plan para quebrar a Pemex.