Este es el título de uno de los libros de la amplia y vasta obra de Gianfranco Pasquino (82 años), publicado en 1991 por la casa editorial Garzanti. De 109 páginas, no obstante su brevedad es una sustancial aportación al estudio de las relaciones entre estructuras de gobierno y la calidad ciudadana. Son cuatro capítulos, además de la introducción y el epílogo. Los títulos de los apartados son: La forma de gobierno débil; La partidocracia fuerte; Una sociedad fragmentada, y, por último, El cambio retardado.
Pasquino, al igual que Giovanni Sartori (1924-2017) en su célebre Homo videns, publicada en 1997, hicieron muy importantes aportaciones respecto del estudio de cómo las condiciones de la comunicación, el acceso a los medios digitales y en general a la vida cotidiana de fines del siglo XX e inicios del XXI afectan y adormecen sustancialmente las capacidades cotidianas de la persona para comprender y actuar en consecuencia respecto de los asuntos públicos y, por fin, políticos.
Así, la metáfora de “los ciudadanos sombra” alude a una sociedad que funciona en lo cotidiano, en lo inmediato, pero sin perspectivas o al menos sin que se las plantee, pues carece de conciencia de sí.
Dentro de las múltiples citas que pueden tomarse respecto de la situación que observamos en la sociedad mexicana de hoy día, elijo esta: “No debe sorprendernos, en estas condiciones (la Italia posfascista, aclaración mía), que la primera generación de jóvenes totalmente libre de aquella experiencia, además de las varias confrontaciones (…) no valorase las condiciones de la pluralidad y la diversidad” (pág. 60).
Para ejemplificar, nuestro autor alude a expresiones prototípicas e inmortales del cine, como La dolce vita. Así, esa generación, sin haber participado en las decisivas confrontaciones para dar base y continuidad a la democracia, se hacía a un lado de compromisos y tareas para fortalecer al naciente sistema político de ese país.
Expectación
Bajo ese contexto y con esta brevísima reseña, es de llamar la atención que en nuestra actualidad, luego de un dilatado periodo que va aproximadamente de 1977 hasta 2024, la divisa más frecuente en el debate o discusión pública y publicada sea la polarización para dar paso a la construcción de supermayorías y la desaparición de organismos autónomos, como si la memoria colectiva histórica nos hubiese sido bloqueada para simplemente olvidar las vidas y esfuerzos entregados a la construcción de nuestra consistente democracia. Esto incluye, por supuesto, a varios y varias de los más visibles protagonistas de nuestra vida política contemporánea.
En estas condiciones, de ninguna manera nos podemos llamar a sorpresa, por ejemplo, cuando programas de televisión —que ni vale mencionarlos o referirlos— que explotan la parte más detestable y miserable de la condición humana en aras de la publicidad y el dinero a raudales que el rating genera ocupan el centro de la atención de los y las ciudadanos sombra, en tanto se dan los profundos cambios en el sistema político y, por consecuencia, en las condiciones de pluralidad y tolerancia que todo indica las nuevas generaciones no aprecian o valoran.
Falta muy poco para que comience la LXVI Legislatura y un mes para que inicie la nueva Presidencia de la República. Desde luego que hay expectación nacional y, notablemente, internacional. En esas condiciones veremos la calidad y consistencia de las prácticas ciudadanas que crean civismo. De forma análoga, observaremos la forma de procesar la dinámica social por parte de los nuevos actores de nuestro sistema democrático, entendido como procedimiento para la elección de representantes en todos los ámbitos y niveles de gobierno.