El relevo generacional en política es obligado, pero no todos los actores lo reconocen como una acción obligada: durante décadas la sociedad mexicana ha sido testigo de la forma en que políticos han tratado de permanecer en el poder.
No se trata solo de personajes como Benito Juárez o Porfirio Díaz, quienes detentaron el poder por un prolongado número de años, lo que derivó en la creación de un movimiento antirreeleccionista, con Francisco I. Madero como el líder más visible, y culminó con la determinación de la eliminación de la reelección, que hasta hace poco fue aprobada para ediles, senadores y diputados solo por un periodo inmediato.
Los partidos
Un hecho que salta a la vista tras el proceso electoral 2024 es la renovación de las directivas de los principales partidos políticos.
Morena concreta una verdadera renovación de su dirigencia al impulsar la designación de cuadros jóvenes que sin duda contribuirán a refrescar su imagen.
A la par se dará paso a la formación de una nueva generación de dirigentes y políticos. Personajes frescos que pueden tener una mayor identificación con las nuevas generaciones de mexicanos.
En tanto, el PRI proyecta una imagen alejada de la democracia y carente de frescura, en un escenario en el que Alejandro Moreno trata de concretar su permanencia en la dirigencia nacional, luego de que la autoridad electoral echó abajo el proceso previo por haberse realizado en el marco de un proceso electoral federal.
El Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) invalidó a mediados de septiembre, por mayoría de siete votos a favor y cuatro en contra, las reformas a los estatutos priistas, los documentos de dirección que quitaron los candados y abrieron las puertas de par en par a la reelección de Moreno por cuatro años más y con posibilidades de hacerse del control del PRI hasta 2032, es decir, más allá de la próxima elección presidencial.
Por su lado, en el PAN Marko Cortés de igual manera buscó permanecer en la dirigencia nacional, pero la inercia lo hizo a un lado.
Los contendientes por la dirigencia son Adriana Dávila y Jorge Romero, quienes entregaron las firmas que solicitó la Comisión Organizadora Nacional de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional (Conecen) y buscan conducir el destino del partido fundado por Manuel Gómez Morín.
Esta lectura indica que, a nivel de renovación de dirigencias nacionales, entre Morena, PRI y PAN el instituto creado por Andrés Manuel López Obrador al momento es el más democrático y con una mayor rotación de dirigentes.
Solo hay que comparar a nivel de generaciones a las dirigencias de esos partidos para concluir que PRI y PAN están a la zaga.
Por supuesto que un caso peculiar es Movimiento Ciudadano, bajo la dirigencia moral de Dante Delgado, quien ha asimilado cabalmente la necesidad de contar con una dirigencia formal fresca y joven.
En tanto, el Partido del Trabajo, con Alberto Anaya al frente como dirigente vitalicio, requiere de una reestructuración a fondo, que le permita dar paso a las nuevas generaciones de políticos.
A su vez, el Partido Verde, fundado por Jorge González Torres, trata de proyectar una imagen más fresca con una relativa rotación de dirigentes en el plano nacional, pero que no tiene reflejo en la esfera estatal.
En el fondo parece que no todos los políticos y dirigentes partidistas que ya bailaron están dispuestos a sentarse para ceder el paso a aquellos que todavía no lo hacen. El relevo generacional es una acción natural ligada al paso del tiempo, la evolución social y las circunstancias, pero sobre todo a la aceptación personal del entorno y la verdadera capacidad de liderazgo.
La apuesta por la materialización de un relevo generacional en este momento parece propicia, aunque haya quienes pugnen por permanecer en el poder y se aferren a ejercer una posición que a partir de los resultados que han dado dejó de corresponderles.