Con la hiperquinesia que le caracteriza, desde la tarde misma en que juró al cargo de presidente de Estados Unidos, Donald Trump lo mismo ha firmado órdenes ejecutivas para la declaratoria de emergencia nacional en la frontera sur, que otra para acabar con el uso de los popotes de papel y reiniciar la fabricación de los de plástico.
Algunas de esas órdenes deben pasar por un estricto proceso político y legislativo, como por ejemplo la declaratoria de calificar como Organizaciones Terroristas Internacionales (FTO) a estructuras criminales, sobre todo las dedicadas al tráfico de drogas y de personas.
El pasado miércoles 12 el diario The New York Times, en un amplio y consistente reportaje, dio a conocer que serán ocho las organizaciones criminales que pasarán a ser consideradas —si el Senado aprueba la lista propuesta— como FTO: la venezolana Tren de Aragua, el Clan del Golfo de Colombia, la Mara Salvatrucha 13 de El Salvador; y de México el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel de Sinaloa (hoy inexistente), La Familia Michoacana, el Cártel del Noreste y Cárteles Unidos.
Insisto, aún falta la aprobación del Senado, pero desde el día 20 de enero la Casa Blanca viene trabajando con energía y determinación para lograr el objetivo de incluir a esas organizaciones criminales como terroristas.
Ahora bien, en este sentido el evidente incremento de los vuelos y patrullajes marítimos por parte de las Fuerzas Armadas de ese país, en el espacio aéreo internacional, aguas internacionales y desde su espacio soberano, así como las labores de espionaje y recuperación de información para la inteligencia y seguridad nacional, observan un sustancial incremento.
Notas y reportajes dan clara muestra de los días, y quizá meses, que vamos a vivir. Por ejemplo, el mismo día (miércoles 12) en que se dieron a conocer en México —vía un reportaje de CNN, sin citar fuentes— algunas de esas operaciones se reunían por la mañana en el Capitolio el jefe del Comando Norte y del Comando Aeroespacial, general de la Fuerza Aérea Gregory M. Guillot, y el Comité de Asuntos Armados del Senado.
En un momento de la junta, al ser cuestionado sobre las labores de recuperación de información e inteligencia para actuar contra organizaciones criminales mexicanas, Guillot destacó la colaboración y confianza con las Fuerzas Armadas de nuestro país.
Dimensiones
Esto se refuerza con la declaración del general secretario de la Defensa Nacional (Defensa), Ricardo Trevilla Trejo, en la entrevista matutina del martes en que señaló que tal vez hacen labores de espionaje, pero que por estar en espacio aéreo y aguas internacionales es un asunto de soberanía de Estados Unidos y de respeto a la mexicana.
El titular de la Defensa, también destacó los niveles de confianza entre ambas Fuerzas Armadas.
Por otra parte, la presidenta Claudia Sheinbaum envió al Senado una solicitud para autorizar el ingreso de diez militares de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos, con armamento, para capacitar a integrantes de la Infantería de Marina de nuestro país del 17 de febrero al 28 de marzo. Fue interesante y sintomático observar que la aprobación fue unánime: ni un voto en contra ni una abstención, con 107 votos a favor.
Esto también da una clara idea de lo que en realidad se observa en dos dimensiones en materia de seguridad nacional de los dos países: una, la que se difunde y en ocasiones propala desde la opinión pública en los medios convencionales y digitales; y, la segunda, la que tiene que ver de forma directa con los acuerdos implícitos y explícitos en materia de seguridad y defensa que mantienen las Fuerzas Armadas de México y Estados Unidos.