Ronald Reagan, el expresidente de Estados Unidos, declaró el 15 de agosto de 1986: “La visión del gobierno de la economía puede resumirse en unas cuantas cortas frases. Si se mueve, cóbrale impuestos. Si se sigue moviendo, regúlalo. Si deja de moverse, subsídialo”. Esto no solo ocurre en EU: México está haciendo lo mismo, aunque peor.
Tenemos un ejemplo en el anuncio en Palacio Nacional de este 16 de octubre de que el gobierno va a regular los servicios de las llamadas plataformas digitales.
Desde siempre se les han cobrado impuestos, pero hasta ahora se han manejado en México con razonable libertad. Hoy el gobierno quiere acabar con esta libertad e imponer regulaciones tan onerosas que quizá terminen por destruir a la industria. Entonces los políticos pensarán en subsidiarla… para que no se pierdan los empleos.
La presidenta Claudia Sheinbaum anunció el 16 de octubre que mandará una iniciativa al Congreso para regular el trabajo de choferes y repartidores de plataformas digitales. La idea es que quienes ofrecen servicios que se contraten por internet reciban reparto de utilidades y paguen Seguro Social e Infonavit. La mayoría de quienes trabajan para estos servicios, sin embargo, no quieren pagar más, sino conservar la flexibilidad de la que han gozado hasta ahora.
Uber, que junto con Rappi y otras firmas es una de las empresas a las que está destinada esta regulación, afirma que será imposible financiar estas prestaciones. Más de 70% de sus colaboradores se conectan menos de diez horas a la semana. Aprovechan la apertura del sistema para obtener ingresos mientras estudian, cuidan de sus hijos o realizan otras actividades. Menos de 7% trabaja jornadas completas. Esto hace difícil imponerles la carga fiscal y de seguridad social de un empleo de ocho horas diarias.
Realidades
Cuando el gobierno trata de regular a quienes colaboran en un sistema que ha operado en libertad, termina dañando a quienes supuestamente quiere ayudar. Actualmente 658 mil mexicanos trabajan en plataformas digitales. Aumentar el costo de su labor en 20% o más elevaría los precios de los servicios hasta volverlos incosteables. Otra posibilidad sería que desaparecieran los puestos de trabajo. Las principales víctimas serían quienes actualmente laboran por su cuenta con el apoyo de estas plataformas.
El problema es que los políticos nunca han tenido que trabajar en la economía real. Piensan que los consumidores y las empresas pueden pagar impuestos y cargas sociales sin límite. La realidad es muy distinta. Cientos de miles de mexicanos han buscado empleo en las plataformas digitales porque quieren flexibilidad laboral, no un puesto de tiempo completo; tampoco desean incorporarse a la economía informal o al crimen organizado.
Al gravar con impuestos y regulaciones burocráticas las actividades productivas, los políticos reducen los ingresos de los trabajadores y los empujan a buscar otras opciones, como la economía informal o el crimen organizado. Ya el gobierno aplica impuestos al trabajo en las plataformas digitales. Ahora quiere regularlas para despojarlas de sus ventajas competitivas. Si logra su propósito, podría destruir la industria y poner en riesgo cientos de miles de empleos. Quizás esto llevaría al tercer paso descrito por Reagan: subsidiar a las plataformas… para rescatarlas de los daños que los mismos políticos les han causado.