RAFAEL NADAL, LA LEYENDA DE LA ARCILLA

Alejandro Zárate
Columnas
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Rafael Nadal

El torneo final de un icono en el deporte llegó esta semana: la última salida como profesional de Rafael Nadal, el mejor arcillista de todos los tiempos, uno de los mejores tenistas de la historia y que desde muy corta edad alcanzó el calificativo de “leyenda”.

Rafa eligió para retirarse la Copa Davis, un torneo que ganó en cinco anteriores ocasiones y que refleja una de sus pasiones al momento de salir a una pista: la de jugar representando a España.

El manacorense fue uno de los primeros tenistas de élite que aceptó disputar los Juegos Olímpicos por el gusto de representar a su país, sin esperar premios económicos, puntos para el ranking o sacrificar su temporada. Así conquistó la de oro en Beijing 2008 y más adelante repitió la hazaña en dobles en Río 2016, junto a Márc Lopez.

Nadal desde sus inicios fue un jugador diferente. Diestro en la vida, fue forzado para jugar como zurdo. Desde sus primeros años sufrió diversas lesiones que pronosticaban terminar su carrera deportiva, pero siempre encontró la manera de sobreponerse. Y no solo una, fueron cinco, diez, hasta más de 20 lesiones que superó al mismo tiempo que conquistó récords.

Roland Garros fue el torneo donde forjó su legado. En la catedral de la tierra batida alcanzó la marca de los 14 trofeos conquistados. Ningún otro tenista ha conquistado uno de los grandes tantas veces. Su marca tan perfecta de 112 victorias por cuatro derrotas es tan impoluta como cuando conquistó este torneo sin ceder un solo set en 2008.

Fueron 23 años de carrera en los que alcanzó otras marcas, como vencer en los cuatro Grand Slam, en una hazaña que consiguió a sus 24 años, el más joven en la historia en lograrlo. Se retira con 22 grandes acumulados, que incluyen el nada despreciable palmarés de cuatro US Open, dos Australian Open y dos Wimbledon.

Dominador

El español es el tenista con más títulos de tierra batida logrados y en torneos de exteriores; además de Roland Garros, tiene la segunda y tercera marca de más torneos ganados (Barcelona en doce ocasiones y Montecarlo en once), entre otras diversas marcas.

Los récords que no posee son porque los tienen Roger Federer y Novak Djokovic, los otros dos monstruos con los que coincidió en esta época dorada del tenis varonil. Pero a diferencia de estos colosos, Nadal fue el más dominador al momento de disputar un torneo de arcilla.

Para la afición mexicana siempre será uno de sus jugadores favoritos, porque aquí fue donde Rafa ganó cuatro veces el Abierto Mexicano ante una afición que siempre lo cobijó como un jugador local. Se le recordará como el jovencito de 19 años que en 2005 apantalló a todos ganando el certamen y meses después se le vio alzando su primer Roland Garros.

Para los amantes del deporte blanco es emotivo ver cómo se despidió una figura que cautivó con su garra, determinación, resiliencia y hambre de triunfo. El Dios de Roland Garros que revolucionó la manera de jugar en dicha superficie naranja: Nadal ante los suyos, jugando por sus colores favoritos y despidiéndose en el marco que él mismo eligió.

Final épico para un jugador de antología.