Fátima Andraca Artigas, directora de Programas y Respuesta Humanitaria en Save the Children México, plática sobre la violencia que enfrentan mujeres y niñas migrantes en México.
—¿Cuál es la labor que realiza Save the Children?
—Somos una organización internacional que lucha por los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Estamos presentes en más de 120 países. En México en 2023 cumplimos 50 años. Para lograr nuestro objetivo trabajamos de la mano con organizaciones de la sociedad civil, con las comunidades y las autoridades locales.
Actualmente trabajamos en 40 albergues, espacios de alojamiento o lugares públicos de siete ciudades fronterizas, brindando ayuda humanitaria y atención sicosocial a familias migrantes.
—¿Qué es la violencia de género en torno a la población migrante?
—La violencia basada en género es una de las principales preocupaciones de Save the Children. Hemos sido testigos de agresiones y discriminación que afectan de manera desproporcionada a niñas, adolescentes y mujeres, esta violencia se ha manifestado en varios tipos como la violencia física, sexual, sicológica, verbal y económica. Todas ellas dejan cicatrices profundas.
También hemos identificado que la población migrante, solicitante de asilo y refugio, tiene una gran falta de información y acceso a temas de salud sexual y reproductiva. Han colocado a las niñas, niños y adolescentes en una situación de alta vulnerabilidad y riesgo.
En este sentido, añade Andraca, “identificamos un aumento en los casos de violencia física, sicológica y verbal que está perpetrada por personas de su entorno más cercano. Además, hemos observado algo muy fuerte para esta población, sobre todo en la frontera sur, que es la necesidad de ofertas de empleo donde lamentablemente se ofrecen oportunidades laborales a las mujeres a cambio de cubrir necesidades de alimentación y hospedaje. Esto se traduce en explotación laboral y explotación sexual”.
Asegura Andraca que “todas estas violencias tienen un impacto profundo en la salud física, mental y emocional de las niñas y adolescentes; su desarrollo integral se ha visto afectado con este tipo de violencias que sufren y son consecuencias que van a tener a largo plazo en su bienestar”.
—¿Qué hacer al respecto?
—Crear e implementar un programa de emergencia para proteger la vida de niñas, niños y adolescentes. Este plan debería incluir acciones de prevención y erradicación de todas las formas de violencia. La capacitación a las distintas instancias y la creación de protocolos de protección y de seguridad en todos los espacios públicos.
La segunda recomendación sería definir e implementar estrategias de prevención de la violencia, este plan es algo más a largo plazo, pero desde ahora se pueden definir e implementar estrategias de prevención de la violencia a través del fortalecimiento familiar y comunitario.
Puntualiza Andraca que “una tercera recomendación sería consolidar el sistema nacional y los sistemas locales de protección integral de niñas, niños y adolescentes para garantizar que las políticas públicas se enfoquen en la universalidad de sus derechos”.
Concluye: “La recomendación sería capacitar y dotar de recursos humanos y materiales suficientes a las procuradurías encargadas de la protección. Por ejemplo, es importante que este grupo vulnerable cuente con abogados; esto permitiría que las procuradurías actuarán de manera inmediata y se basarán en el interés superior de la niñez y en garantizar su protección”.